Prólogo

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El día en que Ariadne conoció a Dimitri se convirtió en el día más hermoso de su vida.

La noche que ella lo dejó fue el abismo más oscuro que él jamás había visto.

Ambos se conocieron el 30 de noviembre en una fría noche de otoño, los dos bailando bajo la luz de la luna alrededor del jardín lleno de rosas rojas y rosadas que crearon impresionantes remolinos de amor.

Su amor fue tan fuerte que su nombre fue el último susurro que sus labios, los que creaban la sonrisa más hermosa, pronunciaron ante de que sus ojos se cerraran por toda la eternidad.

Nunca amó a nadie por igual.

Porque su corazón murió cuando las estrellas dejaron de brillar el 30 de noviembre.

Diecisiete años después, ese mismo día, una joven ingenua besó suavemente en los labios al hijo del hombre que juró no volver a amar nunca más.
Dimitri pensó que su historia de amor con Ariadne había terminado ese 30 de noviembre.

Sin embargo, una niña de cabello castaño y ojos de color tormenta hizo que el corazón frío de su hijo, aquel niño que apreció amor dejar de existir, volviera a latir en aquella misma noche de otoño bajo las estrellas.

Porque su amor era tan fuerte que nació de nuevo en personas que amaban más profunda e ilimitadamente que ellos.

Porque su amor era tan fuerte que nació de nuevo en personas que amaban más profunda e ilimitadamente que ellos

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No Serpientes, No VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora