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URIAH APOLO

Aphrodite está echada sobre la cama, su cuerpo contrayéndose del dolor mientras grita para contarnos sobre la incómoda y punzante sensación en su vientre. El sudor en su rostro podría crear tres océanos y toma mi mano entre la suya mientras la aprieta fuertemente, hasta el punto en hacer que mis huesos truenen y que tenga que decirle que respire hondo.

La cantidad de sangre entre sus muslos es alarmante, y las sirvientas de la casa empiezan a hacer lo suyo al limpiar. Leyla se acerca para abrir las piernas de mi hermana, a lo que miro a un lado y la escucho decir a la mucama que algo está saliendo mal. Thalía entra al dormitorio con un cuenco lleno de agua, una fina capa de sudor en su frente, y se echa delante de Aphrodite para limpiar.

—Thalía, necesito que me ayudes —le pide jadeando Aphrodite —. ¿M-Mi bebé?

La madre de mi hijo asiente aunque le tiemblan las manos. Mira entre las piernas de mi hermana —. No estás dilatada. C-Creo...

Ojos grises me miran con desesperación.

—Joder, joder. —Mi hermana niega con la cabeza.

—Aphrodite, concentrate. —Khalid se sienta al lado de ella en el otro extremo de la cama. Acaricia su cabello —. Resiste solo un poco, ¿vale? El doctor ya está viniendo para ayudarte. No te desesperes.

La ambulancia tarda quince minutos en llegar y atender a mi hermana. Me paro junto a la puerta de la habitación, observando de cerca a mi padre mientras comienzan a ayudar a Afrodita. Las palabras «aborto espontáneo» son lanzadas al aire y el color cae de mi cara mientras veo los ojos de mi hermana perder cualquier esperanza.

—Sólo dio un poco de miedo, eso es todo —añade entonces el médico. Khalid suspira y besa la cabeza de mi hermana —. El bebé está bien, pero le recomendamos que la lleve ahora mismo al hospital para asegurarnos de que no pasa nada más.

—De acuerdo, vámonos.

—Voy por las llaves del coche —digo.

—¡No! Khalid y yo seremos los únicos que iremos —dice Aphrodite —. Por favor, solo nosotros.

Thalía me abraza por detrás —. Es un momento muy personal, Uriah. Que estén juntos.

—Oye, serás la primera persona a la que le diga que todo está bien —me asegura Khalid antes de salir de la habitación con los paramédicos cargando a mi hermana.

—Uriah, obedece —me dice mi padre en cuanto salen de la residencia y nota la vacilación en mi cuerpo —. Volverán y estarán bien. Fue solo un susto.

—Thalía. —Me doy la vuelta para encararla —. ¿Cuándo tenemos cita para el bebé?

—Tenemos uno la semana que viene —me dice con una sonrisa.

—Vale, necesito saber que todo está bien —admito, sintiendo la adrenalina sacando lo peor de mi pánico.

—Nuestro bebé está bien —me promete. Pone mis manos en su vientre para calmar el temblor de mis dedos —. Nuestros dos bebés están bien —agrega, señalando con la cabeza hacia donde Kuriah está sentado en el sofá con Kailé.

He llorado suficientes lágrimas, tanto así que podría crear un lago para ver mi propio reflejo en ellas tan claro como el día lo es de la noche. Me ha quedado claro, tan seguro que no puedo negarlo, que ser padre es lo más importante a lo que me han asignado. La experiencia más crucial y aterradora pero hermosa que me ha tocado vivir. No lo cambiaría por nada del mundo.

Ya perdí a uno de mis hijos.

No permitiré que otro de ellos salga lastimado.

Ellos son mi todo.

No Serpientes, No VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora