KAIA THALÍA
Tuve un sueño.
Un sueño muy largo y fascinante donde el sol no existía pero la luz rodeaba todos los rincones del mundo con un parpadeo. Soñé con un lugar que no necesitaba abusar del sol para poder ver, porque la luz estaba dentro de los ojos de todos los que deseaban ver la verdadera belleza rodeando a otra persona.
Uriah estaba dentro de aquel mundo.
Todo dentro de él era gris. Una mezcla de luz y sombra, un sabor agridulce que se convirtió en miel en la lengua al retrogusto. Tan amargo al principio, pero tan adictivo al final. Tan escultural y tan despampanante. Era como un imán esperando que todos se sintieran atraídos por la magia desbordante dentro de esos esquemas azules burlones que quitan el aliento a todos.
Él era la misma noche.
Tan manchado por la luz de las estrellas que era fascinante.
Me pregunto si sabe lo hermoso que es en realidad.
En mis sueños más alocados, en esos pensamientos que no comparto con él porque no hay necesidad de contarle lo que ya sabe, es donde realmente él ve lo que significa para mí. Porque es un sentimiento que no puedo explicar con palabras y algo que jamás entenderé en su totalidad. Soy yo la mujer que está dispuesta a todo para saber que está bien, que no necesita nada.
Y él es el hombre dispuesto a dejar que la noche invada el sol si eso significa tenerme a mi lado por el resto del tiempo.
Dimitri tenía razón cuando dijo que la noche se había encontrado con la luz.
Está creciendo dentro de mí una vez más. Lo siento expandirse, apoderarse de cada centímetro de mi interior, y acaricia cada espacio dentro de la oscuridad para mancharlo de luz. Me recuerda que no estamos solos, que ahora es él un nuevo miembro más en esta alocada aventura en el que su padre se encarga de crear murallas a nuestro alrededor para mantener la luz que irradia de ellos a salvo.
Serán nuestros ojos, azules y grises, los primeros que observen los suyos. Serán nuestras voces las primeras que llenen sus oídos. Su mano y mi mano estarán juntas para trazar sin falta los pequeños detalles de su cuerpo para recordarlo como el ser de luz más hermoso en este gigantesco mundo que parece no tener la más mínima intención de dejar de girar.
Y se sentirá seguro.
Se sentirá a salvo porque tiene la noche y la luz mezclándose encima de él esperando que los alcance con ambas manos y agarre la que más le guste cuando esté listo. Ya sea su oscuridad o claridad, ya sea infinito u oquedad, los dos siempre serán una parte de él que equilibrará las emociones dentro de su corazón para guiarlo cuando se sienta perdido.
Recordaré cada etapa de él formándose dentro de mí. Apreciaremos mi cuerpo crecer delante del espejo todos los días para marcar en el calendario la fecha de su llegada. Escribiré su nombre en millones de hojas, servilletas, con la esperanza de que será uno que él también amará tanto como nosotros.
Uriah apoya la cabeza sobre mi estómago, sus dedos delineando pequeños espirales que incitan a los vellos de mi piel a levantarse como las hojas cuando el viento sopla con fuerza. Con una sonrisa en sus rosados labios y los ojos tintineando de verdadero curioseo, contempla con atención el lugar en el que ahora está creciendo una persona hecha de nosotros por segunda vez.
—Probablemente va a ser tan hermoso como tú —susurra, su boca expandiéndose sobre mi vientre. Provoca cosquillas —. ¿Crees que va a tener mis ojos?
—Quizá, como Kuriah.
Uriah sonríe contra mi piel —. Quiero que tenga tus ojos.
—¿En serio? ¿Por qué?

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No Serpientes, No Veneno
RomanceLos Smirnov siempre han sido el clan rebelde. Desde tatuarse en la mano del diablo hasta causar revoluciones, siempre encuentran la manera de arrastrarse como el animal que los representa para acabar con quiénes amenazan a quiénes ellos aman. Alek...