Capítulo 41- Mi venganza eres tú

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Nicoletta.

No creyeron que paso eso ¿Cierto?

Mi cabeza viaja a los años pasados.

Estoy a punto de cumplir los 16 años, miró mi cuerpo el vestido blanco que traigo esta lleno de barro y sangre.

Mi piel morena casi no es visible por la sangre que la adorna, me mantengo en mi sitio desconfiada mirando al hombre frente a mi.

¿Debería de hablar? Realmente no lo sé, me saco de la casa en la que estaba cautiva ¿Pero quién me asegura que él no me hará lo mismo?

- Nicoletta.

Miró sus ojos azules grisáceo una mirada profunda, solo me le quedó viendo.

Mientras la camioneta sigue su curso, brinco en mi asiento cuando la llanta cae en un hueco.

Haciendo que el hombre me sostenga del brazo para no lastimarme, me tenso bajo su toque, él lo nota por lo que quita la mano.

- Hermanita - miro al chico que tiene algunas facciones como él señor.

Me mantengo callada porque no los conozco y las personas que no conozco solo me lastiman, no quiero que ellos lo hagan.

Si hablo será peor por lo que solo bajo la mirada, jugando con mis manos.

- Nicoletta ¿Sabes quiénes somos? - pregunta el señor.

No lo sé... Su voz la conozco, pero... Mi vista viaja hacia el chico ¿Realmente es mi hermano?

Trato de volver al pasado, pero, lo único que encuentro es dolor, llanto, tortura, cortes, burlas. Los ojos se me humedecen.

Me obligó a tragarme las lágrimas mientras araño mi mano.

Los recuerdos antes de estar cautiva son vagos, gruñó por lo bajo con la frustración creciendo en mi por no lograr mi cometido.

Subo nuevamente la mirada hacia él señor, negando con la cabeza, para que mentirle no se quienes son o porque están haciendo todo esto.

Veo una pizca de dolor y decepción aparecer en sus ojos, miró al chico que me mira fijamente con él rostro contraído.

Como si lo que acabo de hacer le doliera mucho y de pontro verlos así me pone mal a mí.

- Nicoletta - giro mi rostro viéndolo de nuevo - Soy tu padre.

Mi cuerpo se estremece ante tal recuerdo. Separó a Ihan de mis labios propinandole una bofetada que lo hace reír.

- Me gusta cada vez que te enojas, cuando estás matando, me gusta la tú que no siente nada, no quiero que nadie te importe al menos que sea yo, ni esos niños, ni el maldito estúpido que tienes como marido o la "familia" que dice quererte.

Me echo a reír.

"¿Enserio cree qué me voy a creer eso?"

- Ay por favor, dame un segundo.

No aguanto la carcajada que me invade.

- Puedes reírte todo lo que quieras, pero, es cierto - lo veo ponerse rígido - ¿Por qué crees que eres la unica aquí?

La sonrisa se me borra, es cierto Gabriella le dijo que venían por nosotros, pero, solo nos sacó a los cuatro, dejando a mis hermanos y a los demás.

Tenso la mandíbula cuando se me acerca.

La Diabla de la Mafia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora