08 | aterrado

5.1K 589 17
                                    

Tony se unió a ellos unos minutos después de que Athena dejara la habitación, y cuando la vio sentada en el sofá, comiendo el queso de su porción de pizza, quiso decir algo. Quería preguntarle si ella sentía lo que él sentía; pero no sabía cómo. Y ciertamente no iba a sacar el tema frente a Pepper u Obadiah.

Se dio cuenta de que Obadiah tocaba el piano mientras cruzaba la habitación—. ¿Cómo te fue? —miró la caja de pizza en la mesa y tarareó—. ¿Así de mal?

—Sólo porque traje pizza de Nueva York no significa que haya salido mal —le dijo Obadiah, todavía tocando el piano.

Tony se sentó junto a Athena, tirando de la caja de pizza hacia él. Casi esperaba que ella se alejara de él, habiendo estado tan ansiosa por evitarlo desde el momento en que estaban abajo—. Claro que no.

—Hubiera salido mejor si estuvieras ahí —le dijo Obadiah a Tony.

—Me dijiste que desapareciera y eso hice —respondió Tony.

—Vamos —dijo Obadiah—. Con la prensa. Esto fue una junta de la mesa directiva.

—¿Eso fue una junta de la mesa directiva? —exclamó Tony, antes de cambiar de tono después de que Pepper le lanzara una mirada.

—Dicen que tienes estrés postraumático —explicó Obadiah—. Solicitaron una orden judicial.

—¿Una qué? —preguntó Tony.

—Te quieren dejar afuera —respondió Obadiah.

—¿Por la baja de 40 puntos? Sabíamos que eso iba a suceder —argumentó Tony.

—56,5 —corrigió Pepper.

—No importa —espetó Tony—. Nosotros somos los socios mayoritarios.

—La mesa directiva también tiene derechos —dijo Obadiah, tratando de razonar con Tony—. Están diciendo que tu nueva dirección no le conviene a la firma.

—¡Estoy siendo responsable! —replicó Tony—. Es una nueva dirección para mí y la empresa. Yo, en nombre de la empresa, me hago responsable de... esto es genial.

—Por favor, Tony —dijo Obadiah con un suspiro—. Tony.

—Estaré en el taller —dijo Tony, recogiendo la caja de pizza antes de irse.

—Tony, escucha —dijo Obadiah, atrapando a Tony antes de que desapareciera escaleras abajo—. Quiero corregir esto, pero tienes que darme algo. Algo que venderles —señaló el reactor de Tony—. Que los ingenieros analicen eso, que nos den especificaciones.

—No —respondió Tony.

—¡Me dará un hueso para lanzarle a los chicos en Nueva York! —argumentó Obadiah.

—No, absolutamente no —respondió Tony—. Yo me quedo con esto. Olvídalo.

Obadiah le arrebató la caja de pizza de las manos a Tony—. Entonces yo me quedo con esto —abrió la caja—. Puedes agarrar un pedazo. Toma dos.

—Gracias —dijo Tony sin rodeos.

—¿Puedo ver lo que estás haciendo? —preguntó Obadiah.

—Buenas noches, Obie —dijo Tony.

Obadiah suspiró, volviéndose para mirar a Pepper antes de que sus ojos encontraran a Athena—. Sabes lo que está haciendo abajo, ¿no?

Athena se encogió de hombros—. Lo que hace Tony y lo que pasa por su cabeza siempre será un misterio para mí.

—Bueno, ¿puedes averiguarlo por mí? —preguntó Obadiah.

Athena se puso de pie—. No voy a espiarlo por ti, Obadiah. Por favor, no me pidas que lo haga nunca más.

Ella se alejó, pasó por delante de Obadiah antes de bajar las escaleras y regresar al taller. Tony estaba murmurando para sí mismo mientras trabajaba.

Se quedó de pie, incómoda, junto a la puerta—. Tony, ¿estás bien?

No la miró mientras respondía—. Sí, bien, ¿por qué no lo estaría?

—Mira, lamento haber actuado de esa manera —dijo Athena en voz baja, acercándose a él lentamente—. Yo solo... me asustó.

—¿Crees que a mi no? —preguntó Tony, volviéndose para mirarla—. Estoy aterrado. Estoy más asustado que cuando tuve que escapar de la cueva. Incluso más asustado que cuando sostuve a Lyanna por primera vez. Esta vez no hay nada que mantenga a raya el miedo. Está ahí, y cada vez que te miro vuelve.

—¿Por qué? —preguntó Athena, ahora de pie a un metro de distancia de Tony.

—¡Porque tengo miedo de admitir que podría estar enamorado de ti! —exclamó Tony, mirándose los pies.

Athena se quedó atónita por un segundo antes de hablar—. Tony, yo...

—Vamos, dime que estoy loco —interrumpió Tony—. Dime que no me ves de esa manera, que nunca lo harás; que soy el mejor amigo mujeriego y eso es todo lo que seré para ti.

—Tony, detente —dijo Athena, colocando una mano en su espalda—. La razón por la que me asusté tanto fue porque yo también estaba aterrada. No quería admitir que podría sentir algo por ti. Pero no quiero que cambie nuestra forma de ser.

—No lo hará —dijo Tony, volviéndose para mirar a Athena—. Todos estos años he tratado de llenar este vacío dejado por mi padre con dinero, chicas y autos lujosos, pero tú eres lo único que ha logrado hacerme sentir completo de nuevo. Aparte de Lyanna, por supuesto.

Athena puso su mano en la mejilla de Tony, el pulgar rozando su mejilla—. Tony, ¿por qué crees que te he soportado durante tantos años? —ante esto, Tony se encogió de hombros, con una pequeña sonrisa en su rostro—. No es porque esté interesada en la fama, el dinero o las fiestas caras; estoy aquí por ti. El genio vulnerable que no sabe cómo manejar sus sentimientos, pero puede crear una armadura completa con restos en una cueva. No sé exactamente cómo me siento todavía, pero el día que Rhodey me dijo que habías desaparecido, nunca me sentí tan vacía. Eres mucho más que un amigo para mí, Tony.

—Entonces, ¿por qué huíste? —preguntó Tony.

—Porque, como dije, tenía miedo —dijo Athena—. Estaba asustada de las posibilidades, de cómo esto nos afectará. Eres mi mejor amigo, Tony. Uno de mis únicos amigos; no quiero perderte.

—No lo harás —susurró Tony—. No vuelvas a huir.

Athena negó con la cabeza—. No lo haré —Tony se encogió mientras hablaba—. Pero, si vamos a hacer esto, lo haremos bien, ¿de acuerdo? Con cuidado, y si algo se siente extraño, nos detenemos y olvidamos que esto sucedió.

—De acuerdo —dijo Tony, asintiendo con la cabeza—. Ven aquí.

La tomó en sus brazos, y en su abrazo, Athena finalmente sintió que tenía un hogar.

ATHENA | Tony Stark ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora