Capítulo XXVIII

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《 Habían pasado aproximadamente tres o cuatro días desde que el rey Endeavor los había vuelto a encerrar en la misma jaula, no habían tenido noticias del chico bicolor y estaban empezando a impacientarse.

Los muros del subsuelo habían estado crujiendo al igual que los barrotes que conformaban su celda, no tenían ni idea de lo que sucedía afuera pero tenían la sensación de que no sería nada bueno ya que los caballeros que, se supone, deberían hacer guardia frente a ellos y alrededor del Ground no habían aparecido en todo el día.

El movimiento acelerado de todos les daba a entender que algo estaba ocurriendo o estaba por ocurrir. El chico escarlata dormía plácidamente sobre el regazo del cenizo mientras este veía a todos los hombres del rey ir de un lado a otro, en un momento el chico pelirrojo se reacomodó y siguió durmiendo, acción que llamó la atención del rubio.

Al mirarlo pudo notar la tranquila respiración en su pecho, su boca entreabierta dejando ver sus dientes afilados dignos de la lagartija en la que se convertía y los mechones rojizos sobre su rostro. El chico era realmente lindo cuando dormía, tan tranquilo y sin hacer tanto ruido.

El cenizo empezó a recordar muchas cosas... todo de hecho. El momento en que lo encontró en medio del bosque, el día en que la bruja los ayudó a curarle el ala, la noche que lo encontró en la laguna llorando y llamando a sus padres; eso sí que nunca lo olvidaría, los ojos escarlata cristalizados e iluminados por la luna era una imagen igual de hermosa como de dolorosa para él.

Todos los días que pasaron entrenando y el tiempo que pasaban juntos, al principio no lograba entender como había logrado acercarse tanto a ese idiota, aún sabiendo lo que era y recordando todo el rencor que sentía por su especie no podía recordar un solo momento en que realmente odiara al pelirrojo.

Maldición!! Le había contado sobre su pasado!! Y eso era algo que solo el pecoso sabía y ni siquiera por él, sino porque el peli verde había estado ahí. Desde el principio esa estúpida lagartija había logrado tener su confianza, tal vez no del todo, pero conforme pasaba el tiempo con él el pelirrojo conocía más y más facetas del rubio.

Ni siquiera supo como ni cuando, pero en algún momento de ese ridículo viaje había ocurrido, se había enamorado. Se había enamorado de Kirishima, del jodido dragón rojizo que no lo dejaba ni un segundo solo, de la manera en que el pelirrojo lo miraba cuando creía que se encontraba dormido, de la manera que se preocupaba cuando este desaparecía unas horas para cazar y al regresar llegaba lleno de heridas...

Y aunque a su corazón le costara aceptarlo, era así, le gustaba Kirishima, le gustaba su valentía y su decisión por encontrar a su hermano, le gustaba su maldito cabello escarlata al igual que le encantaban sus ojos, ese par de orbes rojizos que tomaban un tono más granate al estar en la oscuridad y se hacían más brillantes con la luz del sol y del fuego.

Si que tendría que estar muy mal para haber notado esos detalles, pero no podía evitarlo, no podía evitar verlo cada vez que podía y recordar cada parte de él, las pequeñas escamas debajo de sus ojos cuando estaba a punto de transformarse. Eran esos detalles los que le daban a entender lo mucho que lo miraba y el porque de esto.

Volvió a su realidad al recordar porque empezó a pensar todo eso, durante una de las guardias de los caballeros alcanzó a escuchar a uno de ellos mencionar algo que le heló la sangre... [ Creo que deberían de mejorar la seguridad aquí abajo, si el rey quiere deshacerse de ese dragón no debería hacerlo aquí abajo... ]  Hablarían de Kirishima? Sí era así tendría que hacer algo, lo que fuera, con tal de que el pelirrojo no saliera herido. Por él sería capaz de todo, hasta de dar su vida si era necesario... 

Fuego Blanco - °BAKUSHIMA°KIRIBAKU°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora