En un mundo en dónde algunas personas nacen con extraños poderes.
Personas demasiado peligrosas como para mantenerlas con vida.
Deben matarlas antes de que ellas los maten.
Viven escondidas, en las sombras, demasiado asustadas como para...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En un segundo, frente a sus ojos la calma del lugar se había transformado en una guerra... Entre poderes, luz, sombra, fuego, armas y disparos que resonaban en el lugar y probablemente en toda la zona cercana.
Había gritos, quejidos doloridos y chillidos victoriosos.
La sangre ya había logrado bañar el lugar.
Argentina, Chile y Suecia, junto a otros, se habían refugiado tras la barra, demasiado asustados como para seguir moviéndose. El argentino trataba de controlar su respiración, escuchando a su espalda los balazos y gritos de guerra, miró a su lado, buscando aun que sea una pizca de calma al ver a salvo a su compañero. No se sorprendió al verlo aterrorizado.
Chile movía su cola con ansiedad, abrazándose a sí mismo con tanta fuerza que sus uñas se clavaban en su propia piel.
Por un momento se sintió culpable de arrastrarlo a ese problema... ¿Qué haría si fuera asesinado o herido durante ese momento?
Por el otro lado, Suecia... por fuera parecía tranquilo y calmado, o al menos como si quisiera parecerlo... Más cuando te fijabas mejor podías ver su cuerpo tenso y la cantidad de pánico que escapaba por sus ojos, como si realmente estuviera paralizado por el miedo. Sus ojos se pintaban de blanco, moviéndose con nerviosismo sin fijarse en nada especifico.
En unos cortos momentos, el sueco giró su mirar hacia su lado, haciendo al argentino pensar que lo miraba a él, más sus ojos se fijaban con pánico en algo más allá. Casi saltó desde su lugar, pasando de largo tanto al argentino como al chileno para tomar el brazo del hombre con el que habían hablado antes, aquel que podía controlar la sombra, estaba a punto de asomarse por arriba de la barra.
- ¡Kadri! - Lo llamó, el miedo lograba hacerse notar en su voz
El hombre lo miró con intensidad.
- Este es nuestro hogar, Suecia - Con firmeza respondió el contrario - ¡Es mi deber defenderlo sin importar que me cueste! -
-Dumhuvud! (Idiota) - Suecia lo tomó por los brazos con más fuerza, como un acto desesperado para mantenerlo donde estaba, a salvo, a su lado - ¡Te costará la vida! -
Kadri lentamente le regaló una sonrisa calma, había un brillo reconfortante pero triste en su mirar. Con cuidado, apoyó una de sus manos en la mejilla del país.
- Pues, si ese es el caso, lo único de lo que me arrepentiré será de no poder pasar más tiempo contigo - Fue lo último que logró decir, en su voz denotaba el dolor, más eso jamás desvaneció la determinación en sus ojos
Mientras el rostro de Suecia se pintaba de tristeza, el hombre se giró con severidad hacia los dos países sureños.
- Tras la pared de macetas, cruzando algunas mesas, hay un cuadrado de piso falso... Si lo levantan encontrarán una salida secreta, pero deben ser rápidos - Luego se volvió a girar hacia el nórdico - Suecia, debes guiarlos - Le dijo, casi en una súplica nerviosa
