🔥Thirty-three🔥

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Se podía ver acostumbrado a esa situación, despertando perezoso en su cama, removiendo las sábanas mientras se revolvía en el colchón, extrañamente cálido a pesar del clima otoñal que empezaba a levantarse en esas partes al sur del ecuador.
Mayormente porque toda la calidez que necesitaba venía del cuerpo ajeno al que se abrazaba, sin necesitar abrir los ojos para reconocerlo o disfrutar de su contacto constante y la suavidad de su tez, mientras paseaba sus dedos por el pecho rojizo del contrario, sintiendo como este subía y bajaba en una respiración tranquila, con cada inspiración quemando en amor al argentino encariñado.

Podía acostumbrarse...
Podía acostumbrarse al sabor de su piel y la delicadeza de sus labios.
Podía acostumbrarse a la manera en la que sus manos le acariciaban la cintura y su lengua aclamaba posesión en su cuerpo.
Podía acostumbrarse a sus ojos, filosos pero envidriecidos por el amor que le tenía, clavandose en él como si apreciara y agradeciera cada segundo cerca suyo.

Claro que podía, se había vuelto tan familiar y tan suyo que no veía situación mejor en esos momentos, ese era el minuto perfecto con el que había soñado sin darse cuenta miles de veces cada vez que miraba a los ojos azulinos de su amado chileno.

O quizá eran las hormonas enloquecidas de su cuerpo las que pintaban con óleo el tono rosado en cada detalle de su alrededor, el cual podía ver incluso con los ojos cerrados.

Se acomodó mejor sobre el pecho del chileno, respirando su aroma con profundidad, sabiéndo que podría embriagarse con él y perder los sentidos en aquel abrumador hogar de sentimientos nuevos, todos enloquecidos recorriendole el cuerpo en temblores de recuerdos de la noche anterior.
Quería ser su amante de tiempo completo y perderse en el mundo de sus besos sedosos, atarse los brazos en su cintura endeble y vivir abrazado a su espalda, con la cabeza hundida en el hueco de su hombro aspirando sus químicos adictivos y obteniendo allí la calma tras cualquier tormenta.

Por eso abrió lo ojos con un suspiro y se atrevió a observarlo dormir, con esa expresión tan tranquila, los ojitos cerrados y la boca apenas abierta con un leve hilo de baba escapando de sus comisuras.
Esa imagen hizo reir al argentino en un tono bajito para no despertar al contrario, quizá para otros esa no era la figura más bella del mundo... pero para Argentina era tan perfecta que se sentía capaz de retratarlo y colgarselo en las paredes de su corazón.

No supo cuanto tiempo estuvo admirando la perfecta imperfección, quizá segundos o quizá años, encerrado en ese momento en donde la única realidad estaba dentro del cuarto.
Ni la F.E.E.M. afuera, ni los poderes, ni toda esa locura y peligro que los esperara cuando les tocara volver a salir... por ahora solo existía la magia del momento, y les tocaba disfrutarla.

Y que belleza era ver a Chile empezar a parpadear y removerse en el lugar, hasta abrir esos bellos ojos de zafiro, adormilados y lentamente iluminándose al momento en el que reconocieron a Argentina en frente suyo.
El chileno sonrió poco a poco, con los ojos aún cerrados por el sueño y todavía algo atontado por recién despertar, pero de igual manera se acercó a su compañero y, con un ligero beso en los labios, trató de despertarse.

Don't Tell Them... - ChiArg-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora