Capítulo Dieciocho.

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Todo estaba solucionado.

Acordé con Marcelo que iba a continuar siendo su novia pero solamente iba a fingir delante de desconocidos y que no íbamos a involucrar en esta farsa a nuestros amigos, incluyendo a su primo Andrew. Claro que me costó convencerlo pero llegamos a un acuerdo.

De más estaba decir que iba a ser libre de involucrarme con quien yo quiera, él de igual manera, pero no con personas del internado, al menos no hasta que el padre de Marcelo deje de pensar que su hijo es una deshonra a su familia. Posiblemente consiga tener un novio fuera del internado, quizás conozca a alguien cuando vaya a mi casa los fines de semana ó en alguna salida que haga.

Lo único que todavía no tenía en claro era si iba a continuar con el plan de enamorar a Marcelo o no. Realmente no quiero terminar herida pero luego pienso en las inocentes chicas que cayeron en sus garras y siento una enorme impotencia dentro de mí. Tengo la posibilidad de hacer algo al respecto y si no la aprovechó, podré arrepentirme pero sé que también me arrepentiré cuando me enamore y el rompa mi corazón.

La vida era complicada.

Cuando la campana de fin de actividad escolar sonó, salí disparada hacia la biblioteca para buscar una serie de libros antes de que alguien más se los lleve. La red wifi del internado se había caído esta mañana y tenía muchas tareas para entregar mañana, de las cuales necesitaba buscar información en internet ó.. en la biblioteca.

Por suerte, la biblioteca estaba vacía para cuando llegué. Luego de dedicarle una falsa sonrisa a la anciana bibliotecaria, la cual creo que me odia desde que dormí aquí, me dispuse a buscar todos los libros necesarios para hacer mis tareas. Tardé casi media hora buscando libros que pudieran servirme y cuando por fin los tuve, no dudé en salir de la biblioteca lo antes posible.

- ¿Dónde está la novia más hermosa del mundo? - me gritó Marcelo desde el final del pasillo, llevándose las miradas de todos.

Agaché la cabeza y continué caminando con mis libros en mano, evitando los exasperantes gritos de Marcelo detrás de mí. Traté de escapar de él durante casi unos diez minutos pero fue imposible en el momento que comenzó a correr hacia mí y si yo también lo hacía, iba a ser más que obvio que escapaba de él.

- _______, detente - se paró delante mío, haciéndome frenar en seco - ¿Estás evitándome por algún motivo en especial?

- No - contesté alargando la "o", con una inocente sonrisa en mi rostro.

Marcelo frunció levemente el ceño y luego de tomar mi rostro entre sus manos, se fue acercando a mí con sus ojos puestos sobre mis labios. Dejé uniese nuestros labios en un beso pero antes de que pueda ponerse intenso, me alejé de él.

Ya habíamos hablado acerca de esto. No quería que nuestros besos públicos duren más de lo necesario, unos pocos segundos en exceso y ya sentía como todo en mi interior se removía. Eso exactamente lo que no quería sentir, no necesitaba confundirme aún más por un estúpido sentimiento interno.

- ¿Segura que no estás evitándome? - indagó en un susurro.

- No estoy evitándote, solamente sigo mis propias pautas - le expliqué.

Comencé a caminar nuevamente hacia la puerta del edificio y pocos segundos después, sentí su mano tomar la mía, mientras que caminaba a mi lado. Traté de no hacer ningún gesto que delate lo confundida que estaba ante la situación y seguí caminando con la frente en alto, con Marcelo tomándome de la mano.

Cualquiera que nos ve puede pensar que somos los típicos adolescentes enamorados cuando en realidad lo único que hay en nuestra relación es una enorme farsa, que tarde o temprano saldrá a la luz y las consecuencias no serán buenas. Claro que yo no iba a salir perjudicada, pero Marcelo sí.

she knew | marcelo michelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora