Capítulo Uno.

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Le dediqué una mirada cómplice a Jade, mi mejor amiga y luego de darle la señal, encendimos los fuegos artificiales, los cuales salieron disparando directo hacia donde las porritas estaban practicando, causando que cayeran una por una de la pirámide humana que estaban realizando. Me tapé la boca con una de mis manos para evitar que se me escapara una carcajada y escabulléndome debajo de las tribunas, conseguí abandonar el campo trasero de fútbol sin que nadie me viera.

No podía negarlo, había sido realmente divertido ver cómo iban cayendo a poco una encima de la otra, gritando por el susto que se habían llevado y luego por el dolor que sentían en sus delicados y esqueléticos cuerpos por causa de la repentina e inesperada caída.

Diría que lo siento.. pero no es así.

Me coloqué la capucha que tenía mi chaqueta y luego de meter mis manos dentro de mis bolsillos, me dispuse a caminar hacia la puerta trasera del edificio. Como estaba comenzando a tener un poco de frío, me abroché la chaqueta de cuero negra que llevaba puesta y nuevamente metí las manos dentro de mis bolsillos, aunque sea para mantener mis manos calientes.

Joder, sólo a nosotras se nos ocurría sabotearle los ensayos a las porristas de universidades rivales en una fría noche de invierno. Para la próxima, me recordaré a mi misma que debo abrigarme un poco más o directamente, no le seguiré la corriente a Jade cuando ella me proponga hacer maldades.

Una vez que me encontré fuera del edificio, fui directo hacia el estacionamiento y me subí al Chevrolet Impala Convertible negro año 1962 de Jade. Esta me dedicó una sonrisa pícara y casi sin poder evitarlo, comenzamos a reírnos a carcajadas, como acostumbrábamos a hacer luego de que hacíamos alguna de nuestras maldades/saboteos. Ni bien conseguimos calmarnos un poco, Jade encendió el motor de su auto y luego de subir el volumen de su estéreo a todo lo que daba, salimos de la universidad rival a toda velocidad.

Amaba cuando Jade conducía tan jodidamente rápido durante la noche, causaba que la adrenalina corriera por mis venas. Sin más preámbulos, decidí levantar mi trasero del asiento y me paré en este agitando ambos brazos mientras que gritaba como una desquiciada. Jade me observó divertida y no pudo evitar soltar una risa al ver cómo me estaba comportando.

Casi una hora después de haber estado parada sobre el asiento del auto de Jade, gritando como una loca, mientras que Blink 182 sonaba a todo volumen en las oscuras y silenciosas calles de California, ingresamos al campus de nuestro internado conduciendo aún con total rapidez. Tras haber estado un largo rato dando vueltas por el campus debido a que nuestro destino no estaba del todo cerca, Jade estacionó su auto frente al edificio en el que vivíamos.

Bajamos de inmediato del auto y casi corriendo, entramos al edificio. Si alguno de los supervisores nocturnos nos encontraba a esta hora fuera del apartamento, íbamos a estar en serios problemas. Pero por suerte, conseguimos llegar a nuestro apartamento sin que nadie nos note. Jade introdujo las llaves dentro de la cerradura y ambas ingresamos al apartamento.

Drew y Austin, quienes estaban jugando videojuegos en la sala, posaron sus miradas sobre nosotras ni bien abrimos la puerta y al ver las sonrisas victoriosas que teníamos en nuestros rostros, notaron de inmediato que la victoria.. Había sido nuestra.

— ¿Adivinen quienes han lesionado a todo el equipo de porristas de ECS*? — dije con una divertida sonrisa en mi rostro, mientras me acercaba a los chicos.

— Cada una de las integrantes del equipo de porristas de nuestro internado, nos deben 100 dólares a ambas. Hacer el trabajo sucio no es gratis — Jade se desplomó en el sillón, a un lado de Austin.

— ¿Qué tan divertido fue? — indagó Drew lleno de intriga.

— Cuando encendimos los fuegos artificiales y salieron disparados hacía ellas, comenzaron a caer una por una de la pirámide humana mientras que chillaban del susto — comentó Jade.

she knew | marcelo michelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora