Epílogo.

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*Dos años después*


— Si no te quedas quieta, voy a golpearte — me dijo Jade, con su típica dulzura.

— Lo siento, estoy demasiado nerviosa — me excusé y Megan sonrió.

— Es tu boda, ¡Claro que vas a estar nerviosa! — dijo emocionada.

Ambas pegamos unos grititos, como cuando éramos adolescentes y luego me abrazó con tanta fuerza que creí que iba a quedarme sin aire. Jade se unió a nosotras cuando Megan la jaló del brazo y disfrutamos ese momento hasta que mi padre me dijo que había llegado el momento de salir.

Tomé una enorme cantidad de aire y recogí el ramo que estaba sobre el tocador, antes de salir del pequeño cuarto donde estaba. Mis damas de honor, Megan y Jade, se ubicaron en sus posiciones y sujeté a mi padre del brazo, quien me sonreía totalmente feliz. Le devolví la sonrisa y él besó mi mejilla, lo cual me tranquilizó un poco.

La música comenzó a sonar y Jade y Megan empezaron a dar sus primeros pasos por la alfombra roja que estaba en medio del lugar donde se celebraría mi boda. Mis padres habían alquilado la estancia donde ellos se habían casado antes de mi nacimiento, así que me pareció una gran idea comenzar con una especie de tradición.

Me aferré con fuerza al brazo de mi padre y ambos comenzamos a caminar, sintiendo las miradas de absolutamente todos sobre mí. En otra ocasión me hubiese puesto nerviosa pero no hoy, éste era mi día y nada iba a arruinármelo. Pude escuchar mientras caminaba hacia el altar los comentarios de Drew, Austin y Jake, quienes causaron que me riera, acabando por completo con mis nervios.

Parado en el altar se encontraba Will, con su cabello negro azabache bien peinado, sus ojos azules brillando mientras me miraba, vestido con un esmoquin que quedaba realmente hermoso en él y con esa sonrisa que alegra mis días desde hace dos años dibujada en su bello rostro adornado por aquellas pecas que se convirtieron en mi debilidad.

Una vez a su lado, el besó mi mejilla y la ceremonia comenzó.

Debo admitir que siempre me había aborrecido esa introducción tan larga que los padres hacían en cada una de las bodas, por lo que me había dedicado a casi ni escucharlo. Will parecía estar haciendo lo mismo que yo, hasta que llegó el momento que ambos esperábamos desde que entré y tomó mi mano.

— William Da Bacco, ¿Acepta usted a ________ Snow como su esposa, para amarla y respetarla, hasta que la muerte los separe? — dijo el padre.

— Sí, acepto — contestó rápidamente Will, sonriéndome.

— ________ Snow, ¿Acepta usted a William Da Bacco como su esposo, para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe? — el padre dijo, mirándome a mí.

En el preciso momento que estaba por responder, tuve la pésima idea de mirar hacia donde estaban los invitados.

Marcelo estaba acomodándose en uno de los asientos de atrás cuando nuestras miradas se cruzaron y mi corazón se encogió por completo. Realmente no esperaba verlo aquí, no imaginé que iba a aceptar mi invitación pero sin embargo lo hizo y de un momento a otro, había olvidado por completo que debía dar el sí, perdiéndome en su mirada.

Jamás había dejado de amarlo, eso lo confirmaba cada vez que lo veía, cada vez que me miraba a los ojos, cada vez que escuchaba su voz, cada vez que el aparecía en mi vida en momentos realmente importantes. Él aún seguía siendo una de mis razones de existir a pesar de la distancia, había intentado millones de veces olvidarme de todo lo que vivimos juntos pero fue simplemente imposible.

El tiempo que había estado a su lado fue la mejor etapa de mi vida y siempre he estado agradecida con la vida por habernos unido en algún momento, a pesar de que luego nos separó, llevándonos a ambos por caminos completamente diferentes pero con nuestros sentimientos caminando a la par. Sé que él aún me ama, lo veo en su mirada y nunca perdió oportunidad para decirme que soy el amor de su vida. Él también es el amor de mi vida, a pesar de que estoy a punto de casarme con Will.

Marcelo asintió con la cabeza, incitándome a que lo haga y cuando sus labios comenzaron a moverse y pude leer un "Te amo", mis ojos se llenaron automáticamente de lágrimas.

En ese preciso momento, los recuerdos vinieron a mi mente. Nosotros abrazados, besándonos, riendo, peleando pero aquello me más me dolió en el alma fueron todas esas veces que nos dijimos te amo de manera sincera. Cada una de las veces que el dijo amaba estaban grabadas en mis recuerdos pero sobre todo en mi corazón.

— __________ — dijo el padre, sacándome de mis pensamientos y lo miré — ¿Acepta ustedes a Wall Da Baco como su esposo? — insistió.

Sequé las lágrimas que corrían por mis mejillas, miré por última vez a Marcelo, forcé una sonrisa y me armé de valor para responder.

— Sí, acepto — dije finalmente y Will sonrió aliviado.

Nuestros labios se unieron un momento después de que a Will se le permitió besarme pero las lágrimas aún seguían cayendo. Amo a Will, estoy realmente feliz de haberme casado con él pero Marcelo es a quién realmente amo y amaré hasta el último día de mi vida, mi amor por él es inevitable.

Todos aplaudían de pie, inclusive Marcelo y a pesar de todo, el me sonrió seguramente en contra de su voluntad y moví mis labios formando un "También te amo". 

she knew | marcelo michelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora