Capítulo Seis.

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Era la primera vez que me despertaba de buen humor y eso asustaba.

Acostumbraba a levantarme con un humor totalmente único pero hoy había hecho rara una excepción. Realmente no tengo idea de qué demonios me ocurría pero tenía la certeza de que iba a ser un bonito día y que no iba a ser tan asqueroso como el resto.

Me levanté de la cama y con los pies descalzos caminé hacia el baño para poder hacer mis necesidades matutinas y entre eso se encontró mi relajante ducha de casi una hora. Casi nunca me daba el lujo de tomar duchas tan largas pero hoy era un día para hacer excepciones.

Salí de la ducha envuelta en una toalla y coloqué otra en mi cabello para que este se secara más rápido. Busqué ropa dentro de mi armario y luego de colocármela, peiné mi cabello en un desprolijo moño. Sin importar qué, mis moños nunca iban a ser prolijos. Me miré en el espejo y una vez lista, abandoné mi habitación.

Bajé las escaleras con una flamante sonrisa en mi rostro y eso llamó la atención de mis amigos, quienes ya se encontraban instalados en mi apartamento. Supe que habían venido para instalarse debido a que era sábado en la mañana y porque vi su consola de vídeo juegos sobre la mesa ratona con sus casi cincuenta juegos.

Raramente, no me molestó aquello.

- Disfruten de su buen humor matutino porque esto no suele suceder seguido - comentó Marcelo con una sonrisa burlona en su rostro.

- Tienes toda la razón - admití y aquella sonrisa desapareció de su rostro.

Todos me observaron con una expresión de sorpresa en sus rostros. De hecho, no los culpaba por ello, son contadas las veces que he tratado bien a Marcelo un sábado a las diez de la mañana y hoy es ese día en el cual no pienso discutir con nadie, así que preferí darle la razón.

Ningún comentario de nadie iba a arruinar mi día de paz y tranquilidad.

- Me gusta tu trasero - murmuró Marcelo en forma de burla.

- Púdrete, idiota - contesté de inmediato. Él rió satisfecho.

Y aquí había terminado mi día de paz y tranquilidad.

Era realmente sorprendente la manera en la que Marcelo conseguía sacarme de mis casillas tan rápido. El primer comentario fue aceptable porque tenía la razón en cuanto el consejo de que disfruten mi buen humor pero luego agregó lo de mi trasero y.. ¡Joder!.

Evitando todos los molestos comentarios de Marcelo, el desayuno transcurrió de una manera tranquila. Megan se encontraba de un humor excelente, los chicos también, yo intentaba no ahogar a Marcelo en su tazón de cereales y Jade dormía.

Quizás esa fue la razón por la cual nuestro desayuno fue más civilizado de lo que creía. El ser humano con el peor mal humor del universo se encontraba descansando de manera pacífica en su habitación y si era nuestro día de suerte, probablemente no despierte hasta el mediodía. Existen grandes posibilidades de que tengamos paz hasta ese momento del día, a menos que..

Escuché un agudo grito provenir del segundo piso y noté que Jake no estaba en la mesa. Tapé mi rostro con ambas manos y me tiré hacia adelante, para luego comenzar a golpear levemente mi cabeza contra la mesa. Parecía una loca, lo sé, pero fue mi primera reacción.

Jake bajó las escaleras corriendo y detrás de él venía Jade totalmente mojada con una sartén. La examiné determinadamente a ella y luego a la sartén. ¿De dónde demonios la había sacado?. Sabía que tenía escondido debajo de su cama algo para defenderse de algún ladrón pero no creí que iba a utilizar aquello con Jake.

- Desayunaré huevos revueltos - gritó mirando en dirección a Jake con la sartén en alto.

Drew y yo pegamos un salto de nuestras sillas y fuimos directo a Jade con intensión de evitar que deje estéril a Jake luego de unos cuantos sartenazos en su entrepierna pero lo único que ganamos fue que nos empujara a ambos con una fuerza increíble.

she knew | marcelo michelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora