Habían transcurrido varios meses ya y las cosas iban saliendo cada vez mejor para todos.
Los benditos exámenes de fin de semestre ya no eran un problema para nadie de último año, debido a que gran parte de nosotros los habíamos pasado con éxito y la graduación estaba cada día más cerca. No puedo decir que no estoy nerviosa al respecto cuando en realidad he estado soñando con recibir una carta de aceptación de la universidad que elegí. Aunque también estaba nerviosa por comenzar una nueva vida.
Los estudiantes normales llenan solicitudes en universidades que estén cerca de su hogar y de sus amigos pero luego estamos esa clase de estudiantes que quieren vivir nuevas experiencias y envían solicitudes a universidades extranjeras olvidándose por completo de que deben dejar toda una vida por detrás para comenzar con una nueva y eso es realmente aterrador. Claro que también llené solicitudes en varias universidades que están a pocas horas de aquí pero siempre he soñado con una en particular.
Scrivire Università es una de las universidades más prestigiosas de Roma y esta misma, es con la que he estado soñando desde que soy pequeña. Mis escritores favoritos han estudiado en aquella universidad y sería realmente estupendo poder estudiar allí para poder igualarlos algún día pero nada de eso va a pasar si la maldita carta de la universidad no llega a mis manos.
Hablar italiano no es un problema para mi, he tomado cursos desde pequeña y tener parientes lejanos originarios de Italia quizás me ayudaba un poco. Moría de ganas por poder recorrer las calles de Roma, poder visitar viejos templos de sus respectivos dioses y llenarme de su cultura a diario. Aunque nuevamente, nada va a pasar sin la carta que llevo esperando desde que hice la solicitud y finalicé mis exámenes finales.
Tres golpes en la puerta de mi habitación me hicieron salir de mis pensamientos, dejando de lado la frustración que tenía por entrar a aquella universidad. Marcelo se acercó a mi con ambas manos en sus bolsillos y antes de sentarse frente a mi beso mi coronilla, causando que me sonrojara ante su acto. No tengo idea de por qué ese gesto me generaba.. eso.
— ¿Nada aún? — indagó con una leve sonrisa en su rostro. Negué.
— Llegará en algún momento — respondí sin dar más detalles.
— ¿Sigues sin querer decirme qué universidad escogiste? — dijo, a lo que asentí burlona.
— No diré a donde quiero ir hasta que la maldita carta esté en mis manos — le dediqué una sonrisa y me acurruqué entre sus cálidos brazos.
— ¿Por qué no? — insistió.
No lo sé, probablemente porque la universidad está en Europa y dudo que la idea de irme a otro continente te emocione o algo similar. Debe ser genial que luego de conseguir el amor de la persona que tanto anhelaste, ésta tome sus maletas y vuele a Italia la semana de navidad.
— Simplemente me gusta la idea de mantenerlo en secreto — me limité a contestar.
Marcelo pareció estar satisfecho con aquella respuesta debido a que no pregunto más acerca del tema y se lo agradecía muchísimo. Llevaba casi dos semanas insistiendo con el tema de las universidades, nuestros futuros y demás, por lo que ya tenía bastante culpabilidad acumulada como para tener más aún. ¿Por qué? Él planeó toda una vida para ambos luego de graduarnos y créanme que mi posible viaje a Italia no estaba dentro de ellos.
Mantuvimos un generoso y para nada incómodo silencio durante unos minutos más, mientras que continuaba acurrucada entre sus brazos y él me acariciaba con delicadeza el cabello, hasta que comenzamos a escuchar voces de nuestros amigos en la planta baja del apartamento y decidimos unirnos a ellos de inmediato.
Al bajar las escaleras, Jade corrió hacía mi y me abrazó con tanta fuerza que creí que iba a dejarme sin aire. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y una enorme sonrisa adornaba su rostro, haciéndola lucir por primera vez no parecía ser la Jade que todos conocemos; fría y llena de maldad hacia otras personas, ésta era completamente diferente.
— ¡Iré a Nueva York! — exclamó emocionada.
— ¡Oh por dios! — grité y ambas comenzamos a dar saltitos de la emoción.
— Aún no puedo creer que asistiré a la universidad de bellas artes de Nueva York — se tapó la cara con ambas manos y todos la abrazamos.
Jade tenía un talento natural por la actuación y lo puso en práctica durante todos estos años cuando era citada en la oficina del director para hablar acerca de sus bromas a otros estudiantes y terminaba saliendo de allí con una victoriosa sonrisa en su rostro y sin ninguna clase de sanción o papel que diga que estaría en detención por una semana. Y la universidad de Bellas Artes de Nueva York era una gran oportunidad para ella.
Nueva York no estaba lejos de aquí y Jake también había entrado en una universidad de allí por lo que ellos iban a seguir estando juntos a diferencia de Marcelo y yo, quienes posiblemente íbamos a terminar ni bien sepa acerca de Scrivire Università. No lo culpaba si lo hacía, se lo había ocultado desde que llené la solicitud o un poco antes.
*
Habíamos pasado toda la tarde fuera del apartamento, jugando partidos de soccer improvisados en los campos vacíos de entrenamiento hasta inclusive hicimos un picnic para celebrar la excelente noticia que Jade había recibido. En pocas palabras, fue una tarde imposible de olvidar, jamás me había divertido tanto con mis amigos y cada segundo me sentí más afortunada de haber hecho mi camino durante estos años con ellos.
Ya estaba oscureciendo cuando decidimos volver a mi apartamento por lo que compramos pizzas para continuar con nuestra celebración pero en un espacio cerrado, donde no iba a titiritar del frío o algo similar aunque la idea de sentir frío era agradable en cierto punto debido a que eso impulsaba a Marcelo a abrazarme y realmente estaba enamorada de sus abrazos. Por supuesto que también lo estaba de él, de sus besos, sus caricias, su forma de ser conmigo y millones de cosas más que consiguen volverme loca segundo a segundo.
Marcelo tomó mi mano cuando estábamos en el elevador y la acarició con su dedo pulgar mientras que me miraba directo a los ojos. Le dediqué una leve sonrisa y me acerqué a su rostro para besar su mejilla, haciéndolo sonreír a él también. No sé a qué se debió aquella escena pero era lindo tener nuestros pequeños momentos de vez en cuando. Disfrutaba cada uno de ellos como si fuera el último y si me pongo a pensarlo con claridad, estos podrían ser nuestros últimos momentos juntos antes de que me odie por ocultarle algo tan importante.
Ambos caminamos en silencio -y aún tomados de la mano- hasta la puerta del apartamento mientras que el resto iban riéndose como si no existiese un mañana. Pude notar que Marcelo estaba nervioso y por un extraño motivo, tocaba el bolsillo de su chaqueta cada cortos segundos, como si estuviera asegurándose de que "algo" seguía allí. Debo admitir que era extraño verlo así pero preferí no preguntar nada al respecto y esperar a que él mismo se sintiera listo para comentarme qué era lo que le inquietaba tanto.
— Quiero hablarte acerca de algo — susurró en mi oído y agregó — A solas.
No hice más que asentir en silencio y lo conduje hacia mi habitación, sin decir una sola palabra al respecto. Una vez allí nos sentamos en la punta de mi cama y comencé a observarlo expectante, ansiosa por saber de qué quería hablarme pero en eso, una carta sobre mi mesa de luz llamó mi atención.
La tomé sin pensarlo dos veces y cuando vi el sello de Scrivire Università impreso en esta, mi corazón dio un vuelco de alegría y a su vez de terror. Sentí como mis manos comenzaron a temblar lentamente y abrí lentamente el sobre. Ni siquiera me tomé el trabajo de leer detalladamente lo que decía la carta, de tan solo ver en letras verdes la palabra "aceptada", solté un grito de alegría y comencé a llorar, para luego aferrarme al cuerpo de Marcelo. Éste me abrazó sin entender qué demonios estaba sucediendo.
— No puedo creer que entré — murmuré incrédula.
— ¿Scrivire Università? ¿Dónde queda eso? — indagó Marcelo, quien al parecer había tomado la carta entre sus manos y la había leído.
— Italia.. — respondí sin mirarlo.
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she knew | marcelo michelli
FanfictionElla también sabía cómo jugar. Ella sabía todo sobre él.