07.

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A la mañana siguiente del concierto Manjiro estaba de muy buen humor, despertó feliz y la sonrisa de su rostro estuvo presente en todo momento.

—Buenos días, Mikey— saludó alegremente su hermanita, la cual le pasó su desayuno y el rubio se sentó en la mesa del comedor, la pareja podía ver florecitas saliendo de hombre.

Y bueno, quién podría culparlo, si el día anterior había vivido algo tan improbable que lo hizo infinitamente feliz. A pesar de tener un ideal poco realista sobre lo que podría pasar al llevar el cartel y haber fantaseado tanto con su artista favorito, tenía bastante claro que algo así era poco factible que hubiese sucedido.

Y al final pasó, se había cumplido una de sus más grandes fantasías.

—Buenos días, Emma, buenos días, Kenchin.— saludó sonriente el joven.

—Hace mucho tiempo no te había visto así de contento.— el más alto habló, su esposa se acercó a él y lo abrazó mientras observaban alegres a Mikey.

—Bueno, estoy feliz por lo que pasó ayer, tanto que se me hace bastante irreal y también estoy tan agradecido de poder celebrar el cumpleaños de mi hermanita.— aseguró el rubio quién buscó la mano de Emma sobre la mesa, la cual se la extendió y la tomó sonriente. Draken le dio un beso en la mejilla a su mujer y ella se sintió completa.

—Es una pena que mañana tengas que irte, no te veremos hasta navidad.

—Sí, yo también me quiero quedar más tiempo pero tengo un negocio en crecimiento que atender, además, no es como que falte mucho para navidad, ustedes irán a Manila y pasarán tres semanas conmigo allí, después quién sabe cuándo nos volvamos a ver.

—¿Cómo que "quién sabe cuándo nos volvamos a ver"? si en mayo es el cumpleaños de Draken.— pregunta su hermana, quién soltó su mano y se dispuso a dejar los platos desocupados en el lavamanos, el más alto se dispuso a lavarlos mientras la conversación continuaba.

—Ya lo sé, pero si la cosas siguen como ahora, dudo que me dé para venir, pero igual haremos videollamada como el año pasado, ¿cierto, Oli?— Mikey tomó en sus brazos a la pequeña que descansaba en su cochecito, los grandes ojos de la bebé miraban atentamente al hombre y empezó a reír a través del chupón cuando el hombre tomó sus mejillas y depositó ruidosos besos en ellas.

—Hombre, a veces odio que te hayas ido tan lejos.— comentó el padre de su sobrina mientras estaba frente al lavaplatos, su hermana estaba en la sala con el teléfono en la mano.

—Es cierto, me pregunto si sí comes bien, ya que siempre has necesito que te cuiden, y allá estás bastante solo.— complementó la mujer, la cual se sentó en el sillón del pequeño departamento.

—No tienes porqué preocuparte, Emma, he aprendido a cuidar de mí mismo, y bueno, ya sabes que Senju también vive en Manila, nos hacemos compañía uno al otro.

—Mmm, eso no me tranquiliza en realidad, ambos son dos niños atrapados en cuerpos de adultos.— Emma lo miró a través de la habitación, se sintió ofendido pero no podía discutir, porque era verdad, él y la albina eran un desastre juntos.

El día pasó en aquel lugar, al ser sábado la pareja no tenía que ir a trabajar, estaban felices de poder celebrar el cumpleaños número 26 de Emma, ya que como familia habían pasado por caminos muy complicados y vivir momentos así era lo que les daba completo sentido a estar vivos.

Ya que al día siguiente el rubio se marchaba pasaron todo el día de vagos, tomaron algunas botellas de Sake y comieron pastel, tomaron muchas fotos y las postearon en redes sociales, en las cuales muchas personas felicitaron a la ojimiel y le desearon muchos años de salud y felicidad. Su esposo le regaló un brazalete que combinaba con uno que él tenía y un abrigo que Emma había deseado hace bastante tiempo, mientras que su hermano le regaló una paleta de sombras que tenía los colores que su hermana normalmente usaba y un fino perfume que Draken le ayudó a escoger.

Di que sí, IdolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora