29.

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Violencia explícita, se recomienda discreción.


Takemichi ni siquiera tenía claro cuánto tiempo había pasado desde que se había alejado de Manjiro, y es que realmente no tenía mucha idea de nada, ya que, en forma de escapar de su sufrimiento se había encerrado en el estudio de grabación de la empresa, porque tampoco quería verle la cara a Hinata, tanto así que le había asignado a Taiju que la acompañara a cada una de sus citas médicas y le cumpliera cada uno de sus antojos de embarazo, aunque su pancita apenas había crecido, pero no tenía cabeza para pensar en ellos.

Antes de anunciar su regreso debería tener al menos diez canciones, esa había sido la única condición por parte de la agencia, con el fin de retrasarlo y hacerlo descansar. Sin embargo, en una semana Takemichi ya les había entregado quince piezas. Sobra decir que en esos siete días Takemichi apenas y había sido capaz de dormir, siquiera comía y se había deteriorado en muy poco tiempo, ignoró sus citas con su psicólogo, ya que en lo único que podía pensar era en su pelinegro y que si él llegaba escuchar aunque sea una de esas canciones pudiera saber que lo extrañaba y que lo necesitaba, que le diera una oportunidad, que nada tenía que cambiar.

De repente su teléfono empezó a sonar, y, como siempre, lo revisaba con la esperanza de que Manjiro le llamara, o siquiera le contestara alguno de sus mensajes, sin embargo, algo en su cabeza se alertó en cuanto vio la foto de la hermana de su amor, así que dejó su bolígrafo de lado y contestó de inmediato.

—¡¿Sí?! ¡Emma-chan! —respondió ansioso y su corazón se detuvo por un segundo al escuchar los sollozos por parte de la rubia, haciendo que se levantara inmediatamente de la silla. —¿Emma? dime por favor qué pasa, ¿Manjiro está bien? —emitió con voz rota esperando la respuesta, supo que ella realmente se esforzaba por contestar pero le era imposible. —Emma, por favor, dime, ¿qué le pasó a Manjiro? —insistió y escuchó un tenue "tranquila, cariño, dame, yo hablo con él" por parte de su esposo.

—¿Takemitchy? ¿Sigues ahí? —preguntó el pelinegro con voz seria.

—¡Sí! ¡Draken-kun! ¡¿Qué le pasó a Manjiro?! —preguntó lleno de ansiedad, mordiéndose las uñas para tratar de calmarse, escuchó un suspiro por parte del hombre con el tatuaje de dragón y sin poder evitarlo ya estaba llorando.

—Lamentamos tener que recurrir a ti, después de todo lo que pasó pero Emma cree que tú podrás ayudarnos.

Aquello le hizo que le doliera el estómago y el piso empezó a moverse bajo sus pies, temió lo peor pero encontró el coraje para hablar.

—Por favor dime que pasa.

—... Mikey desapareció, lo secuestraron para ser exactos. —aquellas palabras hicieron que el cuerpo del idol cayera al suelo, tapándose la boca, quiso llorar aún más pero supo que no era el momento, así que sorbió su nariz y parpadeó varias veces.

—¿Qué ha dicho la policía? ¿Hace cuánto no se sabe de él? —preguntó cerrando sus ojos.

—Desde ayer... su trabajador nos llamó para avisarnos que la puerta trasera había sido forzada, cuando vimos las cámaras nos dimos cuenta que un hombre entró duró varias horas ahí y salió más o menos a las cinco de la mañana cargando a Mikey en su espalda, nos imaginamos que Mikey se quedó dormido en el trabajo y por eso no había llegado. La policía está haciendo el rastreo pero aun no sabemos nada, las alarmas estaban desactivadas así que estaba planificado desde antes... Es posible que haya sido Sanzu, su ex. Ya alertaron a los aeropuertos y se está haciendo búsqueda por toda la ciudad pero no se tiene idea de dónde pueden estar.

Y Takemichi sintió su pecho arder en culpa e ira, él le había prometido a Manjiro que nunca iba a permitir que nunca nadie lo iba a tocar, pero falló, fracasó y ahora su amor estaba sufriendo. Pero las cosas no se iban a quedar así, él haría que ese loco pagara con sangre cada una de sus acciones en contra de su ángel. Con una expresión sombría tomó un suspiro y respondió.

Di que sí, IdolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora