30.

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Contenido delicado, se recomienda discreción.

Por otro lado, en un lugar alejado de la civilización de Manila, estaba Manjiro amarrado de pies a cabeza a una vieja cama con las piernas abiertas y manchadas de los fluidos de su ex, el cual se acomodaba el pantalón. El pelinegro tenía marcas por todo su cuerpo por haber tratado de luchar contra el otro, el cual, aprovechándose de su debilidad, le había obligado a tragar una cápsula que lo hizo ceder a sus deseos.

El más pequeño miraba a la nada con unas cuantas lágrimas en su rostro, se sentía como en una pesadilla, solo tenía la esperanza de despertar y que Takemichi o su familia lo consolara, sin embargo, la voz de su ex pareja iba matando cada una de sus esperanzas.

—Vamos, Mikey, no hagas esa cara, ¿acaso no te divertiste? —preguntó el de cabello rosa sin una pizca de vergüenza que lo mira con suficiencia, al no tener respuesta del menor se acercó, lo tomó con fuerza del mentón y lo obligó a mirarlo. —¿acaso estás pensando en ese cantante de pacotilla? Sabes perfectamente que nadie va a venir a salvarte, así que acepta tu destino. Eres mío desde que te vi por primera vez, nadie más puede tocarte y todo esto lo he hecho para borrar sus asquerosas manos de tu lindo y pequeño cuerpo.

Manjiro sostenía su mirada sin cambiar de expresión, cosa que irritaba a su raptor, que le estampó una cachetada en su rostro, pero no logró nada, Manjiro mantenía su expresión neutra, sin mostrar miedo o ira. El mayor suspiró fastidiado por no provocar nada en el contrario. Tomó sus cabellos y lo acarició.

—Se te ve horrible el cabello así, Mikey, ¿quién te dio permiso de cambiar tu lindo cabello rubio? Lo odio, hay que cambiarlo.

—No quiero, déjame.

Eran las primeras palabras que pronunciaba en horas, después de discutir y pedirle que lo dejara ir, y luego recibió una paliza por parte del contrario que, debido a su poca fuerza por no comer en días y su pocas horas de sueño terminó por ser sometido por el de mechones rosas. Vio como Sanzu soltaba una risa y luego de acariciarle la cara lo sostuvo por el cuello con fuerza cortando el flujo de respiración.

—Oh, mi amor, ¿en serio crees que me importa lo que quieres? Te puedo cortar las piernas si se me antoja, eres mío.

Y así fue que Sanzu juntó sus labios con los del contrario, el cual se quejó y quiso apartarse pero al final terminó por rendirse, dejando que el contrario usara su cuerpo como quisiera. Minutos después Haruchiyo se fue de la habitación para conseguir decolorante y otros productos para arreglar su cabello, y Manjiro solo se quedó forcejeando con las ataduras sin éxito alguno.

Mientras tanto, el idol se encontraba atrapado en un viaje de doce horas desde New York hasta Manila, en el cual iban avanzando con la operación, en otro avión iban al menos cien hombres que estaban trabajando para lograr salvar a Manjiro. Se iba comunicando con Draken sobre los avances y Naoto ayudaba al teniente de Manila para obtener más pistas, consiguiendo también todas las cámaras de seguridad de la ciudad para seguirle el rastro al psicópata. Ya sabían que llevaba más o menos dos días secuestrado y la ruta que habían tomado, pero, por desgracia, habían perdido rastro cuando Sanzu se había llegado a la ciudad Ángeles, pero al menos ya tenían un área más determinada para buscar a Sano.

Takemichi se la pasaba viendo la oscuridad del cielo, comparándolos con los ojos de su amor y no podía sentirse más inútil, si no hubiera sido cobarde aquella tarde y hubiera corrido detrás y explicarle la situación correctamente nada de eso estuviera pasando. Mientras esperaba que el tiempo pasara la jugaba con su anillo, como si de alguna manera pudiera comunicarle a su pelinegro que ya estaba en camino. De pronto, una mano en su hombro lo sobresaltó, encontrando la mirada de Hinata que se sentó a su lado y él trató de centrar, difícilmente, su atención en la mujer.

Di que sí, IdolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora