24.

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Dos días después todo estaba listo en la casa del azabache, los primeros en llegar a Manila fueron Kokonoi e Inupi, los cuales decidieron hospedarse en un hotel en el centro de la ciudad, aparecieron a la una a la casa de Hanagaki quién los recibió feliz.

Koko fue abrazado por el ojiazul, el albino tenía con su rostro serio pero de igual manera correspondió al abrazo del menor, mientras que Inupi se veía algo decaído pero trataba de disimular lo mejor posible.

—¡Inupi! ¡Koko! Bienvenidos a casa, estoy muy feliz de verlos. —habló el idol con una sonrisa mientras abrazaba al de la cicatriz, y sus palabras eran sinceras, estaba genuinamente feliz de que estuvieran ahí.

El rubio sintió sus mejillas sonrojarse, optó por ignorar la cara fastidiada de Kokonoi.

—Takemichi, nosotros también estamos muy felices de verte. —expresó Inupi tomando las manos del menor y mirándolo con la suave mirada que solo era dirigida hacia el ojiazul. De pronto la imagen de Sano Manjiro se apropió de su cabeza y decidió separar sus manos cuidadosamente para no incomodar a su amigo.

—Pasen, todavía no llega nadie pero Mitsuya-kun me dijo que estarían aquí más o menos a las tres, así que podemos esperar a que lleguen para almorzar, si es que no tienen mucha hambre. —el idol comentó mientras los dos hombres lo seguían por detrás detallando la casa, dejaron sus zapatos a la entrada y caminaron hacia la sala principal.

—Es una casa muy linda, pero demasiado pequeña, no pensé que durarías tanto tiempo aquí, asumí que ibas a durar dos semanas y te irías a New York como lo tenías planeado. —comentó el manager mientras veía a todo lado, el ojiazul sonrió ampliamente, era verdad, no se suponía que duraría más de quince días en esa pequeña casita a las afueras de Manila, pero unos grandes y misteriosos ojos negros lo habían apresado en ese lugar y él sentía que finalmente sabía dónde pertenecía.

El menor solo alzó los hombros desinteresado mientras sonreía.

Para el rubio no pasó desapercibida esta acción y el corazón se estremeció en su pecho, su sonrisa se borró, haciendo que la habitación se rodease de una energía mucho más incómoda, Koko sintió su cuerpo arder de enojo.

Pero Takemichi no lo notó, todo porque su mente estaba con su bello ojinegro.

—Es un bonito lugar, algo pequeño, quizás consiga una casa más grande o le haga reformas, Manila es una ciudad encantadora. —respondió el cantante mientras sacaba de la nevera dos botellas de agua para dárselas a sus invitados quienes lo único que pudieron fue asentir y cambiar de tema.

Ambos empezaron a hablar del último mes en el cual estuvieron viajaron de Japón a Estados Unidos y Francia por el trabajo, muchos estaban ansiosos de saber qué deparaba el destino del idol número uno de Japón pero nadie tenía idea, ni siquiera el mismo Takemicchi.

No tenían mucho de qué hablar sin que la conversación se pudiera volver incómoda, no podían hablar de la vida del Idol porque él nombraría inevitablemente a su fan y lastimaría a Inupi, no iban a hablar del trabajo más allá de lo que mencionaron porque se tendrían que enfocar en las consecuencias de la infidelidad de Hinata y la traición de Chifuyu, otros temas podrían conducir a charlas sentimentales, conllevando a la inevitable conversación que Takemichi no quería tener frente al albino; así que simplemente esperaban la llegada de los demás mientras cocinaban pacíficamente..

Pasó una hora y media en donde la única solución que encontró el pelinegro fue hablar de la historia de la película que había visto días atrás, arrastrando la conversación hasta que Inupi decidió contar la historia de un cómic que había leído en el viaje a Japón.

Cuando tocaron el timbre, el dueño de la casa corrió a recibir a sus amigos: Eran Takashi con sus hermanitas, las cuales corrieron a abrazarlo apenas lo vieron y los tres Shiba, el menor se lanzó a sus brazos haciendo que casi perdiera el equilibrio.

Di que sí, IdolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora