27.

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Podían pasar un montón de cosas en tres días, y eso les quedó claro tanto a Takemichi como a Manjiro.

El idol intentó todo lo posible para poder hablar con Mikey, sin embargo, no obtuvo fruto alguno. Senju apenas se asomó a la ventana bajó para pedirle que se fuera y cuando el hombre insistió mientras le suplicaba, la albina no pudo evitarlo; lloró y le cerró la puerta en la cara. Al día siguiente volvió a intentarlo, así Draken y Baji bajaron a enfrentarlo, terminó recibiendo golpes de ambos, cayó a la acera con la cara ensangrentada. Volvió a su casa en la cual estaba Hinata que preocupada corrió a socorrerlo pero simplemente la apartó para esconderse en su estudio, bajó por las escaleras y olvidó por completo su propósito, al encontrarse con la castaña se dio cuenta que dolorosamente para él no se trataba de una pesadilla interminable. La chica se había quedado en la sala ya que sentía mucha vergüenza de ocupar la habitación principal. Al verlo bajar se levantó de golpe para caminar hacia el mayor, él la detuvo con el gesto de su mano antes de que pudiera invadir su espacio y la modelo acató la orden desanimada, sin embargo, se volvió a ofrecer en limpiar sus heridas. El hombre se negó varias veces pero después terminó accediendo a sus insistencias, dejó que le curara las heridas, y cuando a penas la castaña terminó de limpiarlo le pidió que lo dejara en paz, subió tambaleándose por las escaleras y terminó por recostarse en el sillón de su estudio, pasó horas en vela mirando al techo.

La mujer supo que aquel chico se había convertido en alguien mucho más importante para su ex prometido de lo que había pensado y suspiró cansada.

Manjiro había caído en cama luego de llegar a casa empapado a altas horas de la madrugada, Emma lo recibió entre sus brazos, preocupada al escuchar como había golpeado la puerta y gritó horrorizada al sentir sangre salir de la cabeza su hermano, asustando a los demás que descansaban en la casa.

Luego de enterarse de la noticia condujo sin rumbo por la ciudad, terminó al frente de la playa por la cual había recorrido junto al pelinegro y terminó vomitando por lo mareado que se sentía. Se tiró al piso luego y empezó a llorar desconsoladamente, aprovechando que el lugar estaba desolado, duró derramando lágrimas por horas, sin importarle que había comenzado a llover.

Ya cuando ni siquiera era capaz de llorar y desesperado porque Takemichi no había parado de llamarle tiró el celular al mar, limpió sus lágrimas con rabia, jaló su propio cabello arrancándose los mechones, gritó desde lo más profundo de sus entrañas, llamando la atención de un grupo de adolescentes que al verlo en tal estado asumieron que sería fácil sobrepasarse con él y sacarle dinero. Cuando se acercaron y vieron que era extranjero rieron, empezaron a hablar en Filipino, asumiendo que el japonés sería incapaz de entenderlos y se acercaron a tocarle el cabello. Sano, irritado, les quitó la mano de un manotazo, molestando a los chicos, que intentaron someterlo.

Aprovechando la situación, Manjiro se dejó llevar por sus instintos y terminó desquitándose con el universo. Así que se levantó para encarar a los cinco idiotas que estaban frente suyo demasiado confiados, lo empujaron y empezaron a burlarse, diciendo que los hombres no lloraban. Cuando uno de ellos intentó sacarle la billetera, lo empujó, lo agarró del cuello y le estampó un puñetazo en la cara, volteando su mandíbula. Los otros cuatro se sorprendieron y corrieron a socorrer a su amigo, gritando insultos a diestra y siniestra. Le fue fácil deshacerse de ellos, son patadas y puños terminó por derrotarlos a todos, sin embargo, uno de ellos tenía mucha tenacidad. El joven se levantó tambaleándose y con una palanca que llevaba escondida, la levantó y lo golpeó por la espalda en la cabeza, haciendo que Mikey perdiera el equilibrio y cayera en la arena, Recibió varios golpes más fuertes, se dio la vuelta y detuvo al pequeño bastardo que lo jodía, le quitó la palanca y le golpeó de la misma forma haciendo que cayera inconsciente. Se levantó y caminó hacia su moto, la encendió y condujo mareado hacia su hogar.

Di que sí, IdolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora