Di que sí, Idol

08.

Takemichi dejaría Japón e iría a Filipinas, él no podía simplemente detener su vida por la infidelidad de Hinata y la traición de Chifuyu.

Había pasado un día tranquilo luego del incidente en la mañana y las redes sociales siguieron encendidas, así que al final Koko no le dijo nada, ya que toda esa controversia le causó beneficios, sus videos adquirieron un subidón de visitas, sus canciones llegaron al top de todas las plataformas de stream en pocas horas y las ventas subieron como espuma.

Él había adquirido una casa a las afueras de Manila para pasar sus vacaciones antes del matrimonio con Hina, y después de contraer nupcias volverían a Japón a establecerse en Ōta.

Sin embargo, eso no podría pasar de la forma en la que lo planeó en un principio. Aún así, el pelinegro no quiso postergar su viaje ni cambiar el lugar en el que iba a vivir por los próximos meses, y aunque en ese momento no tenía ni idea de lo que iba a hacer después, ya lo averiguaría en un futuro.

El 26 de noviembre tenía el viaje a las 10 a.m. con destino a la capital de Filipinas, y en ese momento el pelinegro se estaba alistando para tomar el avión. Kokonoi lo acompañó todo el trayecto en la camioneta mientras le aconsejaba mantener un perfil bajo al menos por las próximas semanas, Takemichi no le estaba prestando mucha atención, ya que nunca había sido problemático y realmente dudaba que este viaje cambiase algo en él.

Vaya que estaba equivocado.

—Bien, Take… por favor, si necesitas algo, házmelo saber, aparte de ser tu manager soy tu amigo, no estás solo.— fue lo último que el peliblanco y el ojiazul mantuvo esas palabras en su mente.

Se bajó del auto siendo protegido por sus guardaespaldas, iba con su maleta en mano y saludó a algunos fans que lo reconocieron, tomándose fotos mientras caminaba ya que no se podía permitir detenerse pero siempre trató de ser lo más amable posible.

Al tener el ticket de primera fila pudo entrar pronto al avión y como realmente no tenía nada más que hacer se puso a ver redes sociales, todavía había mucha actividad pero iba descendiendo paulatinamente, lo cual estaba bien para él.

Vio que sus fans encontraron las redes sociales del rubio y lo empezaron a seguir, se metió al perfil del rubio y vio sus fotos, el ojinegro había posteado bastante en su instagram, eran fotos muy lindas de él, con su familia, comida (especialmente dulces) e imágenes de él mismo. Se dedicó a analizarlas: Mikey tenía una estética bastante ligera, siempre tenía ropa suelta y de colores neutros, usualmente se ponía botas altas que resaltan sus lindas piernas, aunque también solía mostrarse en sandalias, lo cuál le resultó tierno. Tenía bastantes fotos de él con animales, desde un perro pequeño en sus brazos hasta alimentando una cabra.

Su foto favorita fue una del chico con cabello negro, miraba directa a la cámara y estaba apoyando su rostro en el dorso de su mano.

Se veía encantador.

Pasó más tiempo del que habría planeado viendo el instagram del otro hombre, y, a pesar de que realmente le hubiera gustado seguir al joven, probablemente habría más revuelta en redes, y Koko le daría el regaño de su vida, así que solo le tomó captura al perfil del rubio por si en algún momento en la madrugada mientras revisaba su galería recordaba al chico.

Puso el teléfono en modo avión, colocó música de alguna lista de reproducción que encontró por ahí y se puso a dormir en el recorrido de cuatro horas que le esperaba. Fue despertado por una amable azafata que le indicó que ya habían llegado a su destino, así que le agradeció, se levantó, tomó su equipaje y salió del avión.

Ya a la salida del aeropuerto se encontró con el chófer que su manager había contratado para llevarlo a la casa en la cual iba a vivir, así que entró al auto y entabló conversación con el amable hombre que le dio la bienvenida al país, el hombre le hablaba en inglés con el acento tagalo, así que se concentró bastante en lo que el conductor le estaba diciendo para no perderle la pista a lo que decía.