Capitulo •11

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André/Samuel

Mi reloj marcaba exactamente las 03:49a.m cuando miré al techo, sin intención de dormir.

Sonaré como un adolescente con las hormonas alborotadas, pero las imágenes de Andrea, moviéndose sobre mi, con sus senos descubiertos, su piel brillante por el sudor, su boca soltando gemidos, verla sumida en el placer, llenaba mi cabeza al punto de formar una erección.

Vicente se había ido a un viaje de tres días, días en los que Andrea se quedaría en la mansión, durmiendo en la habitación de Annie.

Saber que estaba en la casa, a solo unos pasos de mi, no ayudaba nada a mi mente.

Me levanté de la cama para dirigirme a mi baño, me bajé el bóxer y entré a la ducha, intenté bajar la erección mastubandome, pero fue imposible. Necesitaba más.

No tuve otra idea más que bajar a golpear el saco e imaginar que lo que golpeaba era Vicente.

Me puse un conjunto gris deportivo y salí de la habitación para dirigirme a la cocina y luego al patio.

****

"Solo falta hacerlo legal y finalmente el divorcio será oficial"

Recordé lo último que dijo el abogado de Andrea antes de retirarse.

"Es una mujer comprometida, ¿No tienes respeto?"

Ese hijo de puta, ¿Cómo se atreve a pedir respeto? Andrea fue mi esposa, que ahora esté comprometida con él para mi es basura.

"Nada comparado a como te he amado a ti"

Si tanto me ama, ¿Por qué se casa con el patético de Vicente? Yo soy el hombre con quien ella quiere amanecer. Que deje todo y vuelva a mi.

Mis puños se estrellaban contra el saco de boxeo, llevaba varios minutos golpeándolo sin parar, las gotas de sudor quedaban impregnadas al suéter del buzo. Me lo saqué y lo tiré sobre el pasto para seguir golpeando el saco.

La voz irritable de Vicente golpeaba mi mente con la misma puta frase "Soy el amor de su vida". Que se joda. El único amor de su vida soy yo.

Golpee frenéticamente el saco, haciendo que mis nudillos se pongan rojos por la fuerza con la que golpeaba el saco. Mis golpes se debilitaron, terminé abrazando el saco, descansando mi mejilla sobre este.

Sentía el sudor bajando por mi nuca y espalda, para desaparecer en el borde de mi pantalón.

Oí la voz de Julie, apenas entrando al patio.

- ¿Insomnio?- Preguntó acercándose.

- Algo así.- Respondí sin girarme a ella.

- ¿Un poco de agua?- Preguntó, su voz era tan suave y delicada que parecía decirlo con amor.

Me giré para recibir mi botella y pude notar que llevaba una de las pijamas de Andrea. Específicamente, la verde de encaje y una bata que apenas y tapaba su piel.

Sus senos se veían voluptuosas ante la luz de la luna, su cintura se marcaba por el cordón amarrado en el short de la pijama. Sus piernas bronceadas y suaves estaban cruzadas. Me miraba sentada desde una de las sillas de la mesa, con una sonrisa coqueta y sus ojos marrones brillantes.

- ¿Me lanzas la botella?- Pregunté bajando la vista, para mirar mis nudillos.

- ¿Por qué no vienes por ella?- Preguntó con voz sensual.

Volví a mirarla, su boca pegada a la boquilla de mi botella, ella bebía del agua sin despegar la mirada, poco disimulada, de mi entrepierna, donde aún se mantenía la erección.

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