Capítulo •22

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André/Samuel

Un dolor punzante hacía que mi cabeza se sienta mareada, el chillido agudo que invadía mis oídos me hacian retorcer en el suelo. Cubrí mis oídos con mis manos y traté de levantarme del suelo, cuando lo logré vi mi ropa sucia y rota de algunas partes.

Busqué rastro de Andrea en algún lado y pude ver una mano con yeso roto bajo rocas grandes, caminé lo más rápido que pude y las empujé sintiendo pequeños mareos por la fuerza que ejercía.

Al sacarla noté sangre salir de su pierna derecha, la levanté y logré caminar hacia el portón antes de caer sosteniendola. La puse sobre el suelo y rasgué una de las mangas de mi camisa para hacerle un torniquete un poco más arriba de la herida de su pierna, para frenar el sangrado.

- Nena...- murmuré.

Traté de despertarla moviendo su mejilla pero fue en vano, no despertaba. Levanté la mirada tratando de buscar a alguien, quien sea, y no se veía nada alrededor.

Volví a mirar a Andrea y su cuerpo estaba repleto de polvo y manchas de sangre. Mi espalda comenzó a doler, pasé mis manos y algo húmedo manchó una de mis manos.

Estaba tan preocupado por mi novia y mi hija que no había notado una herida en mi espalda.

Ignoré mi herida y volví a intentar que ella reaccione.

- Amor.- su nariz estaba fria, la atraje a mi y la abracé.

Luego de unos minutos Andrea comenzó a tocer con desesperación, automáticamente la puse de lado para ayudarla.

- Carajo.- se quejó bajando su mano a su pierna herida.

- No, no lo toques, la infección puede ser peor.

- Ese hijo de puta.- murmuró entre dientes.

Sabía que se refería a Emanuel, volví a acunarla en mis brazos para darle calor y buscó gente con la mirada. La imité.

- ¿Donde mierda está Russo? ¿Ese idiota corrió como una niña? - mascullé con desesperación.

- No lo culpes, yo di la orden para que se alejaran. Y no te preocupes, se que alguien vendrá pronto.- intentó alentar.

- No voy a esperar a que un alma valiente se acerque, espera aquí.

Me levanté y busqué un arma alrededor, había una arma bajo un poco de tierra, la limpié con mi camisa y volví con Andrea.

- Tienes que irte, Samuel. Conozco a Emanuel, mandará a gente para asegurarse que estemos muertos.

- No me iré solo.- negué - Ponte de pie, tenemos que alejarnos de aquí.

- Tengo un maldito vidrio en la pierna, ¿como iré yo?

Intenté levantarla pero volvió a quejarse y tuve que soltarla otra vez.

- Te lo dije, no podré caminar.- insistió - Samuel...

- No me iré, no te dejaré sola.

- Sam, escuchame...

- No, me niego, dije que no.

- Por un carajo.- susurró - ¡Samuel escúchame! - gritó - Necesito que te vayas de aquí, la gente de Emanuel no tardará en llegar. Corre lejos de la mansión y ocultate donde sea. Yo se como salir de esto, sola.

Dudé mirandola, sus manos estaban presionando el torniquete que yo había hecho y se relamía los labios buscando humedecerlos.

- Hazlo por nuestra hija, Sam.- volvió a insistir.

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