Capitulo •17

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André/Samuel

Su maquillaje estaba totalmente corrido, su peinado hecho un desastre, su camiseta holgada con pasta dental cubría poco más arriba de sus muslos y no tenía nada mas que sus bragas debajo.

Su una lágrima, se veía confundida, por varios minutos ni uno formó palabra, nada salía de mi boca.

Estuve casi todo el día preparándome para cuando la volviera a ver y no podía soltar nada de mi boca.

Soltó el pañuelo que llevaba en la mano y la vi correr hacia mi como una niña pequeña.

Levanté su cuerpo entre mis brazos, sintiendo sus brazos alrededor de mi cuello y sus piernas enrolladas en mi cintura. La sostuve de la espalda baja con una de mis manos y la otra la dejé sobre su cabeza, ella escondía su rostro en mi cuello. La oía sollozar.

- Ya estoy aquí, amor.- murmuré besando un lado de su cabeza.

****

Había pasado muchos minutos en los que ella no me soltó, y yo tampoco quería que lo hiciera.

Estaba sentado sobre la cama, con ella sobre mis piernas, aún lloraba, y no voy a mentir, yo también estaba llorando.

Subí mi mano a su rostro para separarla de mi cuello y pude notarla más de cerca.

- Dios, Raphael tenía razón, estas horrible.

Ella rió y secó sus lágrimas con sus muñecas. Escondió su rostro entre sus manos y se tiró contra mi pecho, con vergüenza.

- Era broma, nena. Eres hermosa como sea.- Dije riendo y tratando de separarla de mi para ver su rostro.

- ¿Cómo entraste? Se supone que era Manuel.

- Me tocó sobornar a tu escolta, el ruso ese.- mentí.

- Russo es inquebrantable. No te creo.

- Tu ganas. Raphael mintió diciendo que soy Manuel y me dejó entrar. Tu escolta es duro de manejar.

- Russo es el mejor escolta que he podido encontrar, me ha acompañado a todos lados desde hace años.

- No vine hasta acá y dejé mi cama para hablar del iceberg que tienes como escolta.- reclamé - ¿Si sabes que tenemos que hablar, cierto? - pregunté escondiendo un mechón suelto de su cabello detrás de su oreja.

- Mucho de que hablar.- afirmó.

- Pero primero vamos a arreglarte, no me gusta verte así. Esta no eres tu.

- Hace mucho tiempo dejé de ser yo.- murmuró acariciando mi pecho, sobre la camiseta negra.

Me levanté de la cama aún con ella encima de mi, tomé la mochila azul que había traído y caminé hacia el baño. La senté frente al espejo y me metí entre sus piernas.

- Ann me mandó una lista... espera.- busqué en los bolsillos de mi pantalón y saqué una hoja - Aquí está.

- ¿Qué es? - preguntó teniendo sus manos a los lados de mi cintura.

- Nuestra linda y amada hija, cree que soy tan idiota como para no saber en que orden van los productos faciales.- rió - Veamos...

Me encargué de poner todas y cada uno de los productos que Annie había metido en la mochila azul, tuve que seguir el orden de la lista.

El orden era complicado, ¿Vale? ¿Cómo las mujeres hacen todo eso?

- Ahora... a ducharte.- le dije sonriendo.

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