Capítulo •20

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Andrea
《Madre》

Luego de bañarnos y cambiarnos de ropa, mandé a Russo por mis padres, quienes insistían en estar con nosotros.

- ¿Ya estás con ellos? - pregunté por el celular, a mi escolta.

- Si, Señora. Vamos camino a la casa con sus padres y el resto de su familia.

- ¿El resto..., los niños?

- Todos insistieron en venir y no pude oponerme, solo soy un escolta.

Resoplé rascando mi nuca, sin saber que hacer.

- No te preocupes, Russo. Acá los esperamos.

Colgué y Sam, quien estaba recostado en la cama con los ojos cerrados, habló.

- ¿Dejarás que todos la vean? - preguntó sin mirarme.

- Si quieren, si. Pero prefiero que los niños no se metan en este caso.

- Ven aquí.- llamó palmeando sus muslos, aún sin abrir los ojos.

Caminé hacia la cama y me senté sobre él. Mis piernas a los lados de su cintura, abrió los ojos y me miró con una pequeña sonrisa, acariciando suavemente mis muslos con las palmas de sus manos.

- Quieras o no, los niños van a crecer, este es su mundo y deben involucrarse.- comentó con una mueca de disgusto.

- Lo sé, pero no me gustaría que ellos pasen por esto. Por eso estaba pensando en salirme.

- ¿Cómo así que salirte? Tu sabes que de este negocio no podemos salirnos así como si nada.

- Andrea Salvatorre Angeles no puede, pero Grecia Monsanto si.

- ¿Sigues con la idea de cambiarte el nombre, amor? - preguntó frunciendo el ceño.

- No es una idea, Sam. Un amigo de la secundaria se mudó a Inglaterra hace unos años y su prometida me está ayudando a obtener la otra identidad. Cuando yo le diga, ella hará oficial el papeleo y Andrea Salvatorre Angeles dejará de existir.

- ¿Estás pensando en irte a Inglaterra?

- No creo que sea momento de hablarlo, pero esta conversación quedará pendiente.- afirmé recordando que mi familia estaba en camino.

Se enderezó y sus manos sostuvieron mis glúteos, pegándome a él.

- ¿No podemos...? - murmuró elevando levemente las comisuras de sus labios - Será rápido.- dijo besando mi mandíbula.

- No, Russo ya viene con los demás.- respondí pasando mis dedos por su cuello.

- Esto no se quedará así. Ahora tenemos una conversación y una follada pendiente.

- ¿Solo una?

- Una por cada hora de la noche.- reí.

- Bajemos a esperar a los demás.

Se levantó conmigo sobre él y me dejó sobre el suelo, subí la mirada para darme cuenta que su cabello estaba despeinado, así que lo arreglé y él dejó un corto beso sobre mis labios con sus manos en mi cintura.

Nos acercamos al mueble junto a la puerta y le pase su arma, la guardó en su pantalón y lo imité. Salimos de la habitación y bajamos para encontrarnos a los demás saliendo de las camionetas.

- ¿Están bien? - preguntó Raphael, mirándonos.

- Sí, todo salió bien.

- ¿Qué pasó con Vicente? - preguntó mamá.

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