Capítulo •16

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Andrea
《Madre》

Pasó exactamente tres semanas desde que no salía de esa pequeña cabaña, dos días sin ganas de comer, mirando a través de mi ventana, hacia la nada.

No sabía de nadie, de nada, ni de mi misma. Estaba perdida mentalmente.

Dejé de sentir mis latidos, dejé de escuchar mi respiración, las lágrimas ya no caían, me sentía seca.

Al único que veía era a Russo, cuando tocaba mi puerta para asesorarse que yo estuviera viva.

No soy tan estúpida, no haría nada en mi contra.

En ese momento estaba sentada en un rincón de la cama, mirando un pequeño jarrón transparente donde habían preservativos. Los encargados dejaban preservativos, jabones y shampoo para cada estadía.

Innecesario, pero ñe.

La puerta sonó. Russo.

Me levanté sin ánimos y abrí para encontrármelo parado, con su terno negro y su mirada fría.

- Estoy como los días anteriores, Russo. No haré nada malo.

- Señora, hoy no vine solo para asegurarme de su seguridad. El Señor Salvatorre está en la recepción. Insiste en que lo dejemos pasar por ser de su familia.

- Especifica cual de los señores.

- Raphael, su primo.

Supuse que ya era hora de dejar entrar a alguien, no podía seguir ignorando a la sociedad, menos a mi familia.

- Déjalo venir, Russo.

- Como ordene.- asintió con la cabeza y se fue.

Volví a mi cama, dejando la puerta semi abierta, me senté en la orilla con las manos entre mis muslos, abrigandome.

Oí pasos acercarse y supuse que sería Russo con Raphael. No me equivoque, Raphael cruzó la puerta y corrió a abrazarme luego de cerrar la puerta.

Correspondí su abrazo, el abrazo que tanto necesitaba, su aroma a perfume masculino entró por mis fosas, su calor corporal me envolvió y pude sentir su voz grave susurrarme lo preocupado que estaba y lo tonta que era por no responder las llamadas de la familia.

****

Estaba acostada, con la cabeza sobre las piernas de mi primo, su mano acariciaba mi brazo.

- Deberías responder por lo menos las llamadas de tus padres, todos los días no hacen nada más que preguntarse por ti.- Informó pasando sus dedos por mi mejilla.

- No se si estoy lista, no quiero llorar mientras hable con ellos. Además, se que mamá querrá verme y eso es lo que menos quiero. Siéntete afortunado, apenas te deje entrar.

- Que honor, niña. - reí - ¿Cuando piensas salir? Llevas casi un mes aquí. Y mira como estas de sucia.

- No me importa.

- Tienes ojeras, tu maquillaje está corrido y nisiquiera te haz quitado el peinado.

- Si te molesta, vete.

- No voy a irme, Annie. No voy a dejarte como lo hice en la iglesia. No debí hacerlo, eres mi prima.

Suspiré antes de girarme y mirar su rostro. Estaba llorando, limpié sus lágrimas y volví a suspirar.

- ¿Sabes algo de Vicente?

- No aparece desde la boda. Y he estado investigando, no se sabe nada de Emanuel.

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