Capitulo •19

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Andrea
《Madre》

Cuando llegamos al bosque donde se encontrarían Julie y Vicente, logré ver solo la camioneta de Vicente, supuse que la esperaría en el bosque, saqué mi arma y antes de entrar a buscarlos, me giré a Russo.

- Quédate aquí, cuando Julie llegue la retienes en la camioneta. Pase lo que pase, promete que la llevarás a la casa, no a la cabaña. Sabes donde encerrarla.

- Si, Señora.

- Mantente preparado para todo, Russo.- dije mirándolo directo a los ojos, él asintió entendiendo.

Caminé hacia el interior del bosque, las hojas secas sonaban bajo nuestros pies, el sol pasaba por las ramas y hojas de los árboles, no se escuchaba nada más que nuestras pisadas.

- Veo que sientes algo por tu hermana.- oí la voz de Vicente, detrás de nosotros. Me giré para encontrarlo apuntando y sujetando a Samuel.

- Vicente, esto no es contra Samuel. Suéltalo.

- Tu sabes que no quiero hacer esto, pero no tengo escapatoria, pequeña.

- Tu no eres así, V. Yo te ayudaré... yo...

Sus ojos estaba rojos, las venas de su cuello se marcaban más de lo normal, su cabello despeinado y tenía ojeras muy oscuras.

- Estas bajo el efecto de la droga de Emanuel.- murmuré - No estas actuando bajo tus sentidos, la droga te está controlando.- intenté convencerlo - Suelta el arma, ven  con nosotros, podemos ayudarte, V.

- Yo ya no tengo salvación, pequeña.

- Por favor... hago lo que quieras, pero regresa conmigo.- insistí acercándome lentamente.

- No sigas si quieres verlo vivo.- amenazó apuntando a la cabeza de Sam. Paré y levanté las manos, aún con mi arma tomada.

- V, mírame. Soy yo, soy Andrea. Tu sabes que jamás te haría daño. Y tu tampoco nos harías daño, Emanuel te está controlando para una estúpida venganza, pero te ayudaremos si tú nos lo permites.

- Más vale que la escuches, animal.- gruñó Samuel.

- ¡Cállate! - le gritó Vicente.

Rápidamente le quité el arma a Vicente y la lancé a un lado para abrazarlo, escuchándolo llorar en mi hombro y a Sam, ponerse de pie.

- Ya, ya... no pasará nada más, estarás bien, V.

- Perdóname, pequeña.- susurró en mi oído.

Eso me hizo fruncir el ceño, alejé mi rostro de él y pude notar como su maquillaje se corría por sus lágrimas. 

Sentí el cuerpo de Sam tirarse contra mi, balas comenzaron a estrellarse contra los árboles y Sam nos arrastró hasta estar detrás de uno.

- Fue una maldita trampa.- gruñó enojado.

Tomé mi arma y disparé con cuidado de no ser vista. Las balas iban y venían entre hombres de Emanuel y nosotros dos.

No teníamos oportunidad de salir vivos de ese bosque.

De la nada, esos hombre iban cayendo de a uno. Miré hacia puntos indefinidos en busca de los otros atacantes y logré ver personas camufladas.

- ¿Qué... quienes son? - pregunté tomando el antebrazo de Sam para llamar su atención.

- No lo sé.

Vi a Russo acercarse, ocultándose entre los árboles, lanzó una ametralladora a mis pies y la tomé para ponerme de pie. Suspiré y caminé hacia el centro de ese pequeño lugar donde estábamos atacandonos.

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