Reposo en el lago Hylia

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Al día siguiente...

Los cuccos de Kakariko cantaron a todo pulmón para despertar a la población. Mientras el sol de las siete de la mañana brillaba detrás del molino.

Cada quien fue despertando poco a poco con el sonido de los cuccos, con algo de pereza de por medio.

Zelda estaba sobre Link, sin sábanas cubriéndolos. La noche fue calurosa y eso les obligó a despojarse de todo. La muchacha estaba casi inconsciente sobre él, babeando un poco sobre su pecho desnudo. Él por su parte despertó apenas los oyó los cuccos.

—Siento el pecho mojado...— dijo de repente para luego notar a Zelda que parecía estar muy cómoda sobre él. —Esta mujer...— suspiró volviéndose a recostar.

Los cuccos cantaron nuevamente de forma desagradable, despertando a la princesa de su sueño profundo.

—Ya callen esos demonios...— quejó arrugando su expresión.

—Buenos días corazón.— saludó el rubio con dulzura.

—¿Eh? Hola Link.— rezongó levantándose un poco para incorporarse en el cabezal de la cama.

Sintió algo de humedad recogiendo su mejilla y la tocó algo extrañada.

—Estoy...— luego sus dedos se mojaron con su saliva. —Babeada...— dijo algo impresionada. —Nunca ha pasado... Qué asco.— pasó su muñeca por su mejilla para limpiarse.

—Supongo que siempre hay una primera vez.— dijo encogiéndose de hombros. —Y corrigiendo. Nos babeaste.— al ver el pecho del muchacho con ese charquito sintió algo de pena.

—Lo siento...— juntó sus dedos en señal de disculpa bastante apenada.

—No importa. Eres mi novia. Esto es normal...— dijo encogiéndose de hombros para luego abrazarle. —Eso creo...

—Supongo...

—Claro que sí.— afirmó incorporándose para estar más cómodo. —Cuando nos besamos compartimos algo de saliva.

—Iugh. Ahora consideraré eso cuando vaya a hacerlo.— dijo en un tono para molestarlo. Él frunció un poco el ceño.

Link la miró fijamente por un segundo y ella le sostuvo la mirada por unos segundos.

—Muy tarde.— luego le robó un beso rápidamente y se alejó para cambiarse.

Zelda se incorporó también para cambiarse y suspiró.

—No tienes remedio.— dijo mientras se colocaba una camisa suelta color blanca. —Pero no me queda otra que amarte así...

—No seas dramática. Adoras que haga eso.— luego se volteó para encararle viendo la pieza de ropa que vestía. —¡Oye! ¡Eso es mío!— quejó mirándole con reproche.

—Era tuyo.— soltó una pequeña risilla antes de arreglar mejor su camisa, dejando los cordones del cuello desatados. —Ahora es mío.

—¿Qué sigue? ¿Mi túnica?— preguntó dramatizando un poco.

Ella soltó una pequeña carcajada.

—Bajemos y ya Link.— le arrastró hasta abajo desviando el tema.

Bajaron y se encontraron con Nabooru e Impa que bebían café mientras charlaban.

—¡Miren quién es! ¡Nuestros padres favoritos!— bromeó la pelirroja al ver a la pareja llegar a la cocina. —Zelda cariño... Creo que te equivocaste de ropa.— observó al notar que tenía puesta una camisa de Link.

Desde la sombras | The Legend of Zelda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora