Capítulo 47.

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Hola de nuevo. ¿Me han echado de menos? Yo sí a ustedes. Espero que hayan tenido una felices fiestas y que lo hayan pasado genial. Ya he vuelto y he traído el siguiente capítulo. Aviso que como mucho quedarán dos capítulos más o a lo mejor uno, aún no lo tengo muy claro, pero sí que esta historia llegará pronto a su fin. 

Bien, les deseo un feliz años y que este 2022 sea mucho mejor que los años anteriores. Bueno, les deseo todo lo mejor y con eso el capítulo. 

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La pareja se abrigó bien ya que en París hacía frío en esa época del año. La boda sería por la tarde, así que tenían tiempo para arreglarse. Eran las 9am y debían ir con todos a desayunar. Había sido muy bueno seguir el consejo de Haiden pues ahora sabían todo. Era demasiada información la que habían asimilado y de vez en cuando venían flashback de los momentos que habían vivido.

- Madre mía, está nevando – dice Takemichi mirando por la ventana y se gira para mirar a Mikey. El chico seguía como siempre, solo que más mayor. Su cabello seguía siendo largo y rubio, pero ya no se recogía solo el flequillo sino que se hacía una coleta o un moño desenfadado -. Deberías cortar tu cabello. Sería más cómodo.

- Pero a mí me gusta así – dice él admirando a Takemichi. Ella tampoco había cambiado nada. Seguía siendo hermosa con esos preciosos ojos azules. Su cabello estaba más largo de lo que recordaba, pues le llegaba por la mitad de la espalda y seguía siendo negro. Alargó su mano para coger un mechón y disfrutar de la suavidad del cabello. Podría parecer algo indomable, pero era muy suave -. Vamos a llegar tarde.

En cuanto dijo eso unos golpes en la puerta sonaron.

- Tortolitos, más les vale despertar – era Izana -. Shin y Waka nos esperan para desayunar y así cerciorarnos de que todo está listo. Así que mueve el culo, hermano y deja de molestar a Michi.

Ambos chicos sonrieron y salieron para reunirse con Izana. Este se sorprendió de ver que salían tan pronto de la habitación y así se dirigieron al restaurante del hotel donde los demás les esperaban. Lo que les extrañó fue ver a Dragon, Byakko, Sankaku y Genbu con sus respectivos hijos, ahí recordaron como es que todos ellos, incluyendo a Bishamon y Haiden, decidieron acercarse a sus hijos y que por lo menos los conocieran, aunque ese no era el caso de Sankaku. Este volvió con su familia varios años después. El hombre se había reformado y dejó la Yakuza para entrar a trabajar en un buen bufete de abogados. No volvió con su familia así como así, sino que poco a poco fue ganándose la confianza de su mujer e hijo.

- Vaya, ya era hora de que bajasen – Takemichi y Mikey dirigieron sus miradas a quien había hablado. Nunca lo habían visto en esa época y sonrieron con ojos brillantes al verlo sentado en la mesa junto a Wakasa. Shinichiro estaba más mayor, pues tenía 38 años, pero aun así se veía igual. Su cabello seguía siendo negro con el mismo corte.

Bishamon y Haiden fruncieron el ceño al ver como se estaban comportando esos dos, pues parecían que estaban a punto de ponerse a llorar. Entonces los dos chicos corrieron para abrazar a Shinichiro y eso hizo que todos los presentes se extrañasen, pero a ellos dos no les importaba. Era la primera vez que veían a Shinichiro de mayor y estaban muy felices.

- ¿Qué os pasa? – pregunta Shin -. Están muy raros.

- Me alegro mucho de verte, hermano – susurra Mikey y con esas palabras Shinichiro entendió.

Tal parecía que esos dos habían vuelto del pasado y se alegró mucho.

Después de eso, y cuando los dos se relajaron, comenzaron a desayunar. Mikey y Takemichi no se lo podían creer. Al fin y después de mucho habían conseguido el mejor de los futuros. Todos eran felices y estaban vivos, ¿qué más podían pedir? Aunque no todo era demasiado bueno, pero tampoco era para tanto. Hanma seguía en la Yakuza y a él se había unido Sanzu. Esos dos parecían más centrados y no tan locos como los recordaban, pero aun así esos dos no quisieron salir del mundo criminal. Aun así tenían una buena vida, después de todo Hanma era feliz con Kazutora, el cual trabajaba en la tienda de mascotas que Baji había abierto. Chifuyu había cumplido su sueño y ahora era piloto.

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