Capítulo 7

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En cuanto la jornada de clases finalizó, Chan fue en búsqueda de Minho emanando notoria irritación.

Cuando lo visualizó, le dio una cómplice mirada en donde se leía un "sígueme ahora" y el de cabello castaño acató a la insistente mirada llevando las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

Ni siquiera logró formular una pregunta cuando el de cabello oscuro lo sujetó del antebrazo y hasta no llegar al sitio más apartado del patio trasero del instituto no lo soltó.

—¿Se puede saber qué te sucede?

El castaño inquirió un poco exasperado por la inquieta actitud del contrario.

Chan quién seguía apretando y abriendo los puños en movimientos simultáneos, lo enfrentó.

—Sucede que nos han visto, Minho.

Afirmó, denotando preocupación.

—¿A nosotros? ¿Dónde?

—El principito de teatro nos vió antes de la hora del almuerzo, ya sabes.

El de cabello oscuro respondió con pupilas muy abiertas y el otro le dio una mirada indiferente.

Queriendo entender por qué tanto escándalo.

Aunque sí lo sabía, pero ya le estaba cansando tener que lidiar con el mismo pretexto.

—¿Y en qué me concierne?—luego de unos segundos, cuestionó levantando las cejas—Te he dicho muchas veces de no dejarnos en evidencia dentro del colegio, pero ni me escuchas.

—Estábamos en el rincón del pasillo donde ni siquiera transitan muchos alumnos. ¡Qué iba a saber!

—Bueno, ahora lo sabes porque tu enemigo descubrió uno de tus puntos débiles—Minho ironizó y palmeó el hombro derecho de Chan—Una lástima.

—Los dos estamos en esto, incluso fue un acuerdo.

—¿Disculpa? Te recuerdo Christopher que sos vos el que me busca y como soy tu amigo lo acepto. Sé que hicimos un acuerdo sin compromisos, pero a diferencia tuya yo sé muy bien lo que quiero—Minho respondió tajante—No tengo la obligación de estar soportando tu drama por el miedo de que te vean e indecisión de no aceptar que también te gustan los hombres—Atacó sin filtros, dejando a Chan con más irritación que al principio—Sea conmigo o no, algún día te vas a descubrir solo, pero no me arrastres en tu no aceptación.

La mandíbula de Chan se mantuvo tensa por largos segundos hasta que volvió a hacer su mano un puño y golpeó los nudillos en el muro.

Teniendo una guerra interna por la franqueza del castaño que le tocó su orgullo.

—Gracias por nada, eres un imbécil Minho.

Escupió las palabras observando con desprecio al nombrado y se giró sobre sus pies para irse dando fuertes zancadas.

Debía admitirlo.

Minho tenía razón en muchos argumentos con respecto al particular trato mantenido entre ambos, el cual no conllevaba formalidades...

Todo había comenzado una noche en una de las tantas fiestas realizadas por jóvenes que querían pasar un buen rato.

Chan solía frecuentar bastante dichos lugares hasta quedar inconsciente de tanto haber ingerido alcohol y a causa de ello, terminar entre las piernas de cualquier mujer que le siguiera el juego.

Sin embargo, esa noche en particular, los actos fueron tergiversados y sin saber cómo, terminó entre las sábanas con Minho;
el joven que asistía al club de Danza y que también era su amigo.

Colisión escénicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora