Capítulo 44

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Hyunjin revisó por tercera vez su mochila y negó con la cabeza. 

—¿Nada?

El menor inquirió, denotando preocupación y terror al respecto.

—Tres veces Jeongin, tres—Hyunjin remarcó, apretando la mandíbula—Mi celular no está aquí.

Afirmó, cerrando el cierre de la mochila.

—No entiendo como otra vez se te extravió el celular y te ves tan tranquilo.

—Porque estoy seguro que lo dejé en el club. Lo tenía sobre la mesa en el cuarto de atuendos, eso lo sé.

—Márcale a Felix para que te lo alcance.

—No es necesario, iré a buscarlo—declaró antes de colgarse la mochila en el hombro—No creo que haya cerrado el club. ¿Vienes?

—Prefiero ahorrarme la segunda discusión—esbozando una lineal sonrisa, Jeongin respondió—y además tengo pendientes en casa.

—Está bien, te hablo más tarde.

Saludó a su amigo y se encaminó hacia el club donde dejó escapar un aliviado suspiro al notar que aún seguía abierto.

Sin más demoras, avanzó hacia el interior en búsqueda de lo olvidado. 

Sin embargo, un sollozo proveniente desde la parte trasera del escenario lo alarmó y vaya impacto el que se llevó cuando vió que el dueño de esos llantos era Felix.

Felix, Lee Felix.

Su amigo el cual muy rara vez podrías encontrarte llorando y mucho menos en un sitio donde ser descubierto. 

Algo no se veía nada bien. 

Se mantuvo inmóvil por unos segundos.
No es como si no supiera lidiar con ese tipo de situaciones, pero tratándose del pecoso le dió un poco de pavor qué hacer o decir. 

La idea de pensar en que probablemente solo lo echaría del club lo inundó. 

No obstante, se negó a ignorar su lado preocupado en donde sólo quería ir a brindarle consuelo y despacio, se acercó.

—¿Felix..?

Hyunjin llamó con clara preocupación y de inmediato notó como el nombrado levantó la cabeza en su dirección.

—Hyunjin...

El nombrado se agachó a la altura del pecoso y una amarga sensación lo inundó en cuanto miró el rostro contrario.

Felix se veía desolado.

Las lágrimas seguían escapando de sus ojos y empapando sus mejillas.

Y hyunjin se aterró porque en los años de amistad con el pecoso, nunca lo había visto en ese estado. 

Ni siquiera en la pasada reunión de amigos que terminó en un completo caos.

Sin dudarlo, se sentó a su lado y lo acercó con intención de abrazarlo. 

Por supuesto que pensó que Felix no iba a corresponder el arrullo pero, segundos después, sintió los pequeños brazos aferrarse a su cuerpo.

Y así estuvieron unos minutos.

Donde Hyunjin solo otorgó caricias y protección al contrario que se aferró a ese mimo por primera vez.

Dejándose arrullar, refugiándose como un niño indefenso.

Ese niño que se empeñaba en ocultar del mundo, mostrando siempre esa máscara inquebrantable e imponente. 

Ese que tarde o temprano, iba a salir a la superficie desbordado.

Colisión escénicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora