Capítulo 49

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Al día siguiente, Chan ignoró por completo a sus amigos tanto en el instituto como en sus redes. 

No tenía los ánimos ni el interés para tratar con ellos después de la pasada disputa.

Prefirió transcurrir el día sin preocupaciones externas y sólo centrarse en sus actividades.

Por el contrario, los susodichos buscaron acercarse en reiteradas veces mostrando el arrepentimiento.
Aceptando ser los culpables en esa situación. 

Sin embargo, al final, entendieron que no era el momento de hablar y se merecían esa indiferencia. 

Ellos mismos habían sido el detonante de la distancia de Chan, ahora solo debían darle su espacio sin rechistar.

El ambiente no se percibía muy favorable para ninguno de los jóvenes. 

La mayoría se sentía malhumorado, estresado y sin intenciones de intercambiar vagas conversaciones. 

                           ...🎭...

Aun la clase no había comenzado y mientras tanto, Chan y Felix se disponían a ordenar atuendos, accesorios y otros detalles en el club. 

Ya podían sentir el día de la presentación de la obra en sus narices, lo que por supuesto tenía más ocupados a los jóvenes con las prácticas y preparativos. 

Nervios, adrenalina, estrés, agotamiento, empeño, pasión...

Se latía con más intensidad entre los miembros del club.

No obstante, entre los protagonistas había otro tipo de tensión, o mejor dicho no había nada. 

O eso era lo que sentía Felix al ver el semblante tan concentrado de Chan en su propio guión. 

Aunque la comunicación entre ellos había vuelto, había una fina barrera obstruyendo el acercarse y hablar con libertad. 

Se hacía extraño, incómodo y frustrante para el pecoso que por primera vez, se sentía patético por buscar un tema de charla o por ende la atención de Chan y no recibir la respuesta deseada. 

El mayor se veía muy inquebrantable para los ojos de Felix que podía asegurar el cambio tan abrupto del contrario en ese último tiempo. 

Sin contar las interacciones obligatorias por la obra, el resto se resumía a nulo:

Palabras puntuales, miradas indiferentes...

No había insistencia, ni necesidad de buscarse. 

Solo actitudes que lo único que causaban era la desconcentración de Felix que ya no podía tolerar más esa situación en donde se veían como dos compañeros practicando sus guiones juntos. 

Y nada más que eso. 

—¿Cómo te llevan los diálogos?

El menor se interesó, queriendo romper el incómodo silencio. 

—Bastante bien—el mayor aseguró y alzó la mirada—y desde el principio pensé que sería lo más difícil de recordar. Me sorprendo de mi memoria.

—¿Te acuerdas cuando practicamos más de diez veces las mismas líneas por las equivocaciones?

Felix recordó sagaz y Chan se unió a ello con emoción.

—¡Fue lo peor! Estaba seguro de que nunca podría aprender ese diálogo extenso.

—Y mírate ahora—el menor esbozó una leve sonrisa—Es lo que menos te preocupa del guión.

—Al final, el teatro no fué tan fastidioso como pensé.

Compartieron genuinas risas por la anécdota en común y por un momento sus ojos se buscaron. 

Con esa mezcla de curiosidad y miedo.

—Chan...

Al sentir más ligero el ambiente en el escenario, el pecoso intentó acercarse al mayor.
Colocando su mano sobre el guión del contrario. 

Y Chan sintió la súplica tanto en la voz como en esas pupilas almendradas clavándose en las suyas.

Situación que aún, a su corazón le cuesta ignorar y por supuesto que, se le hace más insoportable de sobrellevar.

—¿Qué pasa Felix?

No era tonto. 

Entendió el trasfondo de ese llamado y el por qué el menor sujetó su mano. 

Sin embargo, no debía ni quería tirar por la borda todo el esfuerzo que estaba haciendo por ser una mejor persona para él mismo. Así que se mostró neutral.

Aunque por dentro tenía una lucha muy grande de autocontrol y fuertes emociones.

El pecoso sintió una opresión en el pecho al escuchar su nombre salir de los labios del mayor con tanta indiferencia y más en concreto por no recibir ese ansiado "príncipe" que tanto le gustaba oír. 

Era una mentira muy grande decir que no le hacía falta ese habitual apodo que Chan le asignó desde un principio. 

No obstante, su respuesta no fue tosca.

Así que continuó con lo que quería decir.

—¿Qué pasará después de presentar la obra?

Se atrevió a preguntar.

—Graduarnos. ¿No?

—Si, también—Felix hizo un mohín y prosiguió—Pero sabes a lo que me refiero. 

Chan suspiró y observó incrédulo a Felix. 

¿Por qué ahora quería su atención? 

¿No le había dejado muy en claro su posición? 

A veces no comprendía las actitudes del menor. 

—Me dijiste que ya no confías en mí—Chan le recordó y Felix sintió un mal sabor por dicho momento en donde soltó esas horribles palabras—¿Por qué quieres una respuesta ahora?

—Christopher—el menor pensó bien lo que quería decir—Sé lo que dije y tarde me di cuenta que me equivoqué. Actué por orgullo y me comporté tan egoísta, pero ahora quisiera remediar eso. Sé que no es fácil, pero me gustaría que lo intentemos porque a pesar de lo que ha sucedido, no deseo dejar en el olvido nuestra relación. Ese nosotros. 

El mayor no entendió por qué esas palabras se le hicieron molestas. 

Aunque el pecoso se veía sincero, aún no demostraba estar pensando en el bienestar de ambos.

Sino que sólo en el suyo propio y dicha acción le causó enojo.

—Yo también quería que me escucharas y en su lugar me diste la espalda como si no fuera un humano que se equivoca, como si vos no te hubieras equivocado—la voz del mayor se escuchó severa, pero con un deje de dolor—pero por supuesto, hablemos. Estoy dispuesto a escucharte, aunque Felix—alejó la mirada por un momento y volvió al rostro del nombrado—ahora no es el momento indicado para hablar de un nosotros.

Concluyó en un hilo de voz.

Tan neutral que el menor se quedó desvaído por las palabras impactando con fuerza sobre él. 

Palabras que no quería escuchar.

Palabras que no quería aceptar.

Su estómago se revolvió ante esa realidad. Esa seguridad presenciada.

Esa mirada tan dulce, pero infrangible. 

Y esa barrera a la que tanto le temía, se volvió en un grueso muro.

Un muro alzándose frente a sus ojos y haciéndole caer en la cruda realidad.

Una en donde su Chan, ya estaba muy lejos para poder alcanzarlo. 


Colisión escénicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora