Capítulo 39

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El sueño de Chan fue interrumpido por unas ligeras caricias en el cuello y una espontánea sonrisa se formó en sus labios. 

Sabía que el responsable de esas traviesas sensaciones por la mañana era Felix.
Así que se mantuvo con los párpados bajos, disfrutando del reconfortante mimo. 

Pensando en lo mucho que podría acostumbrarse a despertar con ese príncipe por las mañanas. 

A causa de la claridad entrando por las aberturas de la esterilla, Felix fue el primero en abrir los ojos en la ajena habitación y comenzar una dulce travesura para darle los buenos días al mayor. 

Podría haberse alarmado porque ya era lo bastante tarde para llegar a primera hora a clases. 

No obstante, pensó que no ser tan responsable por una vez en su vida no estaría mal.
Así que se limitó a disfrutar de esa intrépida sensación recorriendo su organismo y del apuesto hombre durmiendo a su lado. 

Se colocó sobre uno de sus costados y deslizó los dígitos por el largo del cuello del mayor.
Descendiendo luego hasta el pecho donde ladeó una sonrisa en el momento que Christopher se removió. 

Siguió con los actos traviesos, reemplazando sus caricias por fugaces besos en esas zonas sensibles que tendrían el efecto esperado, descendiendo por el trabajado abdomen y en cuestión de segundos, escuchó la adormilada voz del mayor. 

—Qué travieso has despertado...

En un tono ronco, Chan murmuró y otorgó suaves caricias en la mejilla del menor.

—No todos los días tienes el privilegio de despertar a mi lado—Felix acercó su rostro al contrario y esbozó una picaresca sonrisa—Buenos días bebé.

Susurró.

Rozando los labios del mayor que suspiró por el impacto de ese tono grave que lo volvía loco. 

—Buenos días, mi Príncipe.

Secundó, uniendo sus labios castamente. 

Felix se posicionó entre las piernas del mayor. Apoyando luego sus codos sobre el amplio pecho.

—¿Sabes?—arqueando una ceja, el menor comenzó—Es muy tarde.

Christopher no entendió si fue una afirmación, pregunta o un rezongo. 

Así que enfocando su atención en el pecoso, murmuró somnoliento.

—Sé más específico—pidió, deslizando sus dedos por la oscura cabellera del contrario—mis neuronas aún no se han despertado.

—Llegaremos tarde a clases.

Aclaró el menor.
Bajando los párpados y esbozando una boba sonrisa a causa del mimo recibido.

—¿Y si hoy faltamos?

Chan sugirió de inmediato y Felix le dio una inquisitiva mirada.

—Tienes que darme un buen motivo para no asistir.

Sentándose a horcajadas sobre el mayor, el menor exigió.

Por unos segundos, Christopher se encontró perdido en la seductora imagen frente suyo.

Detallando al responsable de alterar sus sentidos: la cabellera oscura alborotada en todas las direcciones, la adormilada expresión junto con el brillo de picardía orillando en las pupilas, las pecas adornando su piel que se veían más hermosas con la tenue claridad asomándose y por sobre todo, uno de los hombros descubiertos a causa de llevar una de sus remeras que por obvias razones, era de una talla más grande.

Colisión escénicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora