Capítulo 42

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Chan bebió de un trago el fuerte líquido y al percatarse de que el contenido estaba vacío, le indicó al bartender que pediría otro. 

No sabía cuántos vasos de whisky había ingerido ya y, siendo honesto, tampoco le importaba.

Sentir el alcohol recorriendo su organismo era mejor que soportar la cruda realidad. ¿No es así? 

Frecuentar ese bar ya era una rutina en la vida del mayor.
Sumergiéndose desde la noche hasta la madrugada en el decadente sitio hasta perder la conciencia.

Viéndose involucrado en riñas que él mismo solía provocar. 

Su vida había caído en picada y todo se resumía al rechazo de Felix.

El temer perderlo.

Ya ni siquiera importaba el dibujo porque sus sentidos y conciencia no tenían fuerzas para intentarlo.

En el trabajo, por primera vez comenzaba a tener regaños y actos de irresponsabilidad.

En el colegio tampoco se esforzaba y sólo iba al recinto para buscar al pecoso.

En el único lugar que se seguía esforzando, era en Teatro; porque había hecho la promesa de que seguiría con ello hasta el final y por supuesto que cumpliría.

Aunque deba soportar las despectivas palabras, hirientes actos y el constante rechazo de su amado príncipe.

Un rechazo que se merecía, porque lo había dañado, porque sólo sabía equivocarse.

Con dificultad, buscó la cajetilla y despacio colocó un cigarro entre sus labios.

Dejando que el humo se instale en sus pulmones.
Actuando como un relajante y surtiendo efecto a los segundos.

Era consciente de la toxicidad que seguía metiendo en su cuerpo, pero dichas sustancias le hacían más fácil soportar el día a día y el intenso dolor, la culpa.

Siguió bebiendo y fumando por unos minutos más. 

Escuchando de fondo las cutres canciones románticas reproduciéndose en la radio que hacían imposible su intento de no pensar en Felix.

》Me digo a mi mismo que no me importas tanto, pero siento como si muriera hasta que siento tu caricia《

Claro, intenta convencerse que ese ególatra príncipe no lo atrapó por completo, que no sé adentró en cada rincón de su organismo, ardiendo por sus venas pero... está mintiendo.

Está allí.
Clavándose como afilados cuchillos en su alma y detesta ese dolor que está experimentando.

Quiere deshacerse de ese sentimiento, que el alcohol lo barra de su cuerpo.

》Sólo el amor puede herir de esta manera, debe haber sido un beso mortal《

Maldito príncipe.
Con su suficiencia, orgullo, sonrisa encantadora, ojos afilados, tez perfecta y labios infernales.

Tendría que haberse dado cuenta desde el primer momento que lo besó que sería su perdición, uno que lo mataría.

》Sólo el amor puede herir de esta manera, tus besos arden sobre mi piel《

Sus besos, caricias, palabras reconfortantes, su forma de ser tan auténtica, como fue el único que lo comprendió, que vió en su interior. 

Esa compañía, comprensión, confianza... una que desechó por sus absurdas inseguridades. 

Dejó la colilla del cigarro sobre el cenicero y con mucha dificultad se puso de pie. Dispuesto a dirigirse hacia el baño porque ya no soportaba más su vejiga.

Colisión escénicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora