Capítulo 11

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Al llegar de la segunda salida, la mente de Chan no dejó de sumergirse en lo hablado horas antes.

Miles de pensamientos lo invadieron en segundos donde las memorias, acciones hechas y actitudes, torturaron su conciencia.
La razón y el arrepentimiento se adueñaron de sus sentidos mientras se reproducía una de sus playlists favoritas.

Todos estos años...

¿Por qué había actuado así?

¿Qué ganó con ello?

¿Qué lo odiaran?

¿Alejar a sus seres queridos?

Ahora veía las consecuencias de sus actos con otra mentalidad y sólo podía reflexionar sobre sus acciones.

Qué patético, imbécil y cretino.

¿Por qué se empeñó en mantener una actitud tan desfavorable? y peor...

¿Por qué se dejó manipular por una apariencia?

Si se detenía a pensarlo, aunque ganó atención, también perdió placeres tan sencillos.

Como sus amigos, familia y en principio, su esencia.
Esas pequeñas cosas que lo hacían ser él.

Sí, lo seguía siendo, pero escondiendo aspectos que siempre creyó lo volvían estúpido.

"Inspiración"

Esa palabra viajó por su mente y se incorporó de golpe.

¿Debería retomarlo?

Un fuerte deseo creció en su pecho y guiado por ello, se dirigió a los últimos cajones del estante donde buscó ese olvidado objeto.
Y lo encontró.

Con bastante polvo encima por su desuso.

Una sonrisa se presentó en su rostro al tener ese cuaderno de estampado a cuadros y tonos azules.
Un diseño que él mismo había creado.

—Tanto tiempo sin vernos.

Pronunció tras sentarse en su escritorio y meditar sobre sus futuras acciones.

Comenzó a pasar las hojas, rememorando esos diseños del pasado con ilusión.
Fascinado y curioso por los trazos, colores, formas representadas en las hojas blancas.

Ese florecimiento en su interior siguió creciendo al pasar las hojas, ansiando expresarse como en el pasado y el deseo en su pecho siguió incrementando.
Como ese extraño hormigueo en la palma de sus manos en el que quería ir a buscar lápices y dejar fluir esa sensación sobre el papel.

Buscó un lápiz y tras afilar la punta lo apoyó sobre la hoja.

Cerró los ojos por un corto lapso donde imágenes del parque, los chicos, el ambiente acogedor se presentó.

Al final, se concentró en ese tonto rubio con complejo de príncipe:

Los ojos sagaces, la mirada apática, las palabras llenas de ironía, pero también de bienestar que por primera vez en años, le brindaron una sensación agradable al oírlas.

Y con esa imagen que le provocó una diminuta sonrisa, presionó el lápiz sobre la hoja que al pasar los segundos fue cobrando vida con trazos, rayones, curvas y formas.

Se dejó llevar por ese halo de inspiración perdiendo la noción del tiempo y no fue hasta horas más tarde que dió por finalizada su creación.

—Quizás sos vos el que me da inspiración.

Chan murmuró, sin dejar de admirar esos trazos que le hicieron sentir gran calidez en el pecho.
No obstante, cuando se percató de lo dicho frunció el entrecejo.

Colisión escénicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora