36. ~Ayato~

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Ahí estabas, sentada sola en una mesa de la cafetería mientras comías tranquilamente el asqueroso menú que te habían servido ese día. Tenías exactamente una hora para terminártelo antes de que te reunieras con tus amigos por los pasillos del conservatorio y os dirigierais a la siguiente clase.

Era la única franja horaria en la que podía acercarme a ti sin ser interrumpidos por terceras personas y sabía que debía aprovecharla al máximo, pero mis nervios me traicionaban.

Yo, un ghoul de rango SS temido tanto por mis congéneres como por los humanos y que se lanzaba sin dudar a la primera línea de batalla burlándose constantemente de la propia muerte, me encontraba sobrepasado por los sentimientos que despertaba en mí una chica que ni siquiera era de mi propia raza.

Sé que ahora mismo puedo sonar como un estúpido xenófobo de mierda pero lo cierto es que, en aquel momento, una parte de mí aún lo era y estaba a punto de tragarme todo mi jodido orgullo y echar por tierra todos mis malditos principios por un ser que una vez juré odiar con todas mis fuerzas.

Así que comprenderás que fue un momento crítico para mí.

No sé cuánto tiempo me quedé observándote como un idiota desde el umbral de la puerta, decidiendo si merecería la pena el esfuerzo que había invertido "estudiando" con Eto y arriesgarse a quedar expuesto ante las palomas tan sólo por la fantasía y la ilusión de que tú pudieras llegar a corresponderme algún día.

Supongo que al final saliste ganando porque, sin percatarme de ello, de pronto me vi parado frente a ti esperando a que reaccionaras ante mi presencia con el corazón en un puño y cuando alzaste lentamente tu mirada estableciendo contacto con la mía supe que ya estaba perdido y que toda mi condenada alma te pertenecía.

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—¡Ey, hola! —saludó la rubia muy contenta y efusiva, pues había reconocido al instante la imponente figura que se hallaba delante de ella.

—Hola —le saludó Ayato a su vez sintiéndose totalmente pletórico de que la violinista se acordara de él a pesar del tiempo que había transcurrido desde su encontronazo en plena calle—. ¿Yo... podría sentarme aquí? —preguntó hablando muy despacio y dubitativo mientras señalaba la misma mesa donde se sentaba la inglesa.

—Sí, claro —le respondió ofreciéndole amablemente un asiento justo a su vera. El Kirishima no se lo pensó dos veces y se acomodó en él, siendo consciente en todo momento de cómo la joven lo observaba atentamente sin apartar los ojos de su persona—. ¿Entonces si hablas mi idioma? —le cuestionó curiosa.

El ghoul comprendió que le hiciera esa pregunta ya que el día en que se conocieron no dio muestras de saber ni una sola palabra de inglés y lo más gracioso de todo era que, en realidad, así fue.

—Un poco... yo... estoy aprendiendo con una profesora —dijo tamborileando con inquietud el vaso de su bebida—. Siento, no disculparme por el golpe. Te hice daño.

—La culpa fue mía. Me distraje con mi reloj y no te vi. No tienes que disculparte —le excusó empleando frases cortas y sencillas y vocalizando lo mejor posible para que él pudiera entenderla sin mucho esfuerzo—. Me llamo Lyra, ¿y tú?

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Eto ya me advirtió que actuarías de esa forma.

Cuéntame cómo pasó || Ayato Kirishima ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora