43. ~Lyra~

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Ese vídeo dio lugar otro de los episodios más duros a los que tuve que enfrentarme desde que aterricé en Japón.

La campaña contra los Rose por parte de la CCG se intensificó y, tras el éxito en su eliminación, toda la ciudad se sentía un poco más segura, tranquila y feliz ahora que una de las organizaciones ghouls más importantes de Tokio había sido finalmente erradicada. Sin embargo, no era mi caso.

Aquella maldita misión supuso la muerte de Shirazu y la renuncia de Kaneki como líder e instructor de los Quinx cediéndole el cargo a Urie y abandonando la casa para no volver jamás. Aunque debo reconocer que la actitud de Urie mejoró mucho con respecto a nosotros, yo me sentía devastada porque en un instante había perdido a mis dos grandes apoyos dentro del Castillo y lo peor de todo es que no entendía el cambio tan drástico que experimentó Kaneki tras aquella fatídica noche.

Vale que el fallecimiento de Shirazu había supuesto un golpe terrible para todos y a mí me había servido para recordarme que ni siquiera con protección oficial estaba a salvo, que los Quinx no eran invencibles y que hasta los más fuertes y valientes podían morir en cualquier momento. Pero lo que jamás fui capaz de comprender fue el por qué Kaneki tomó la decisión de marcharse cortando de esa manera tan tajante el contacto con todos aquellos que él una vez consideró su familia.

Para mí era algo más que un guardaespaldas que debía cuidarme de Black Rabbit... lo quería como a un hermano y que, de repente, me dejara de lado me dolió muchísimo.

Durante los días que siguieron, en más de una ocasión llegué a cuestionarme si lo mejor no sería regresar a mi hogar. Si en realidad merecía la pena continuar con aquella beca a costa de arriesgar mi vida en un sitio tan hostil para un humano como lo era Tokio y ser testigo de cómo la gente que apreciaba desaparecía cruelmente de ella.

La única razón por la cual no tiraba la toalla y hacía las maletas era, sin saberlo, mi supuesto enemigo. Cada vez que lo mandaba todo al carajo y comenzaba a hacer el equipaje ofuscada, me llegaba un mensaje de Ayato preguntándome cómo estaba y si había tenido un buen día. La imagen de su lindo rostro asaltaba mi mente y no podía quitármelo de la cabeza, sembrando la semilla de la duda y logrando que me detuviera en mi arrebato sin entender muy bien el motivo de mi vacilación.

Por fortuna, una intensa charla con mis amigos me hizo ver y aceptar la realidad de todo aquello...

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En uno de los pasillos del mejor conservatorio de música de toda la ciudad...

Un grupo de amigos estaban teniendo una acalorada discusión mientras se encontraban sentados en uno de sus bancos situados a lo largo de todo el corredor esperando a que se hiciera la hora de entrar en su siguiente clase.

—¡Lyra, despierta!¡A ese tío le gustas! —bramó una Yukio tomando a la inglesa por los hombros desesperada para que reaccionara a lo que era tan obvio.

—¡¿Qué?!¡No, claro que no! —negó ella con vehemencia.

—Ay amiga, ¡date cuenta! —exclamó zarandeándola un poco—. Nada más conocerte te pidió tu número de teléfono.

—Bueno, no fue nada más conocerme... —se excusó la otra separándose ligeramente de ella para liberarse de su agarre sin dar la sensación de ser brusca—. Fue cuando nos encontramos por casualidad en la cafetería del conservatorio meses más tarde.

Cuéntame cómo pasó || Ayato Kirishima ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora