A los pocos días comenzaron mis clases y, lamentablemente, el primer día ya empecé con mal pie al quedarme dormida y salir tarde de casa para dirigirme a la escuela de música.Si a eso le sumas lo atolondrada que estaba porque todo era nuevo para mí y que aún no controlaba del todo las estaciones y los horarios del metro de la ciudad, pues inevitablemente tenía que pasar lo que ocurrió...
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Lyra andaba a paso ligero por los largos y angostos pasillos del metro esquivando lo mejor que podía a la marabunta de gente que circulaba por ellos dirigiéndose a sus lugares de trabajo.
La desesperación era patente en sus facciones. La chica no podía creer que en el primer día de conservatorio fuera a llegar tarde a la clase de presentación. ¡Con lo estrictos que eran los japoneses con la puntualidad! Seguro que llegaba y se encontraba con la puerta cerrada. ¿Y entonces qué les diría a sus padres?
Ya podía imaginarse la conversación en su cabeza:
<<¿Qué tal te ha ido en tu primer día, hija?>>
<<Estupendo, fue tan increíble que me pase todo el día castigada en el corredor sin poder entrar en clase>><<¡No, eso no va a pasar!>> se dijo a sí misma con decisión.
Así que apurando sus energías al máximo, empezó a correr todo lo pudo para llegar a tiempo.
Logró salir de la estación de metro con bastante éxito. Ya sólo le faltaba doblar por la siguiente esquina y recorrer toda la avenida para llegar a su destino. Deberían de quedar unos cinco minutos para la hora en punto y con un poco de suerte lo conseguiría.
Justo cuando giró a la derecha para meterse en el bulevar, dirigió una rápida mirada a su reloj para comprobar la hora sin percatarse que un chico acababa de aparecer por la esquina con la intención de adentrarse en la calle de la cual ella provenía.
El impacto entre ambos fue muy fuerte.
Lyra en un primer momento pensó que había chocado contra el poste de un semáforo o de alguna señal de tráfico debido a la dureza del golpe, pero al alzar la vista mientras se sobaba la zona dolorida se quedó estupefacta al ver a un chico de su edad bastante guapo, de cabellos y ojos oscuros y un piercing en su oreja izquierda que la observaba atentamente con una expresión indescifrable en el rostro.
Él todavía permanecía de pie como si nada hubiera pasado, cosa que Lyra no podía entender. Según las leyes de la física, y teniendo en cuenta a la velocidad que iba, tendría que haber tirado al pobre chico al suelo y caer encima suyo por simple inercia. Pero ahí estaba, plantado frente a la inglesa tan tranquilo y con las manos aún resguardadas en los bolsillos de su pantalón.
La muchacha se levantó del suelo lo mejor que pudo recogiendo el estuche de su violín. Lo abrió para echarle un rápido vistazo al instrumento comprobando que no hubiera sufrido ningún daño debido al choque y soltando un suspiro lleno de alivio dijo en su idioma materno:
—Lo siento muchísimo, de verdad —dirigiéndose al muchacho frente a ella—. Iba con prisa y no te vi al girar la calle.
Él frunció el ceño extrañado. Por la mirada recelosa que le dedicó a Lyra, ésta pudo deducir al instante que aquel muchacho no había entendido ni una sola palabra de lo que le había dicho.
<<¿En serio existe alguien en Japón que no sepa nada de inglés?>> pensó anonadada.
—¿Hola? —le dijo dubitativa.
El joven se tensó frunciendo aún más el entrecejo y confirmando así las sospechas de Lyra.
<<Vaya, ¡pues sí que es mala suerte! De todos los habitantes de Tokio, tenía que tropezar justamente con el único que no me entiende>>.
—Mmm... —murmuró frotándose la barbilla pensativa mientras intentaba recordar sus lecciones de verano.
No tenía el conocimiento suficiente para explicarle en un perfecto japonés lo que había ocurrido al muchacho pero, al menos, había una palabra de disculpa que sí conocía.
—Gomen'nasai (lo siento) —le dijo finalmente entrelazando sus manos en forma de ruego provocando que su contrario la mirara parpadeando varias veces con una expresión perpleja en su rostro.
La alarma en su móvil sonó de repente indicándole que ya era la hora en punto.
—¡Oh no, llego tarde! —exclamó abriendo los ojos de par en par y llevándose las manos a la cabeza en un gesto de puro pavor—. Sayonara (adiós) —se despidió apresuradamente del joven a la vez que comenzaba a correr emprendiendo de nuevo el rumbo hacia el conservatorio de música.
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¿Cómo iba a imaginarme que aquel encuentro marcaría mi vida para siempre?
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Cuéntame cómo pasó || Ayato Kirishima ||
Fiksi PenggemarLa vida de Ayato Kirishima nunca ha sido fácil. Pero cuando conoció a esa humana cuyo nombre era Lyra Black, todo se le complicó aún más. ==================================================================================== -No sé qué demonios me hic...