• . . • . ⋆₊⊹Eggsy no es el único candidato para convertirse en el nuevo Lancelot. Harry tiene a su hija, Anahid Hart: letal, brillante y con una lengua tan afilada como sus cuchillos. ¿El problema? El problema es que, aunque tiene todo lo nec...
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Problemas. Eso era lo que tenía encima. No había llamado ni escrito a las chicas en semanas; debían estar jodidamente preocupadas. Y yo, en cuanto me vieran, estaría más que jodida: si no muero en el entrenamiento, ellas mismas me van a matar.
La última vez que hablé con ellas fue cuando llegué a las instalaciones de Kingsman, por teléfono. La última vez que nos vimos fue un día antes: íbamos a salir por mi cumpleaños (ya atrasado), pero no fui. Solo dejé un mensaje diciendo que desaparecería un tiempo con unos supuestos "familiares lejanos". Les pedí que no se preocuparan, que estaría a salvo... y desde entonces, nada.
La verdad, fue culpa de Merlin. Me dijo que mantener contacto con civiles sería una distracción, y que explicarles lo que estaba pasando era imposible. Básicamente me ordenó silencio, y aunque me dolió, acepté.
Amber me ayudó con la coartada: falsificó documentos para que en la universidad pensaran que estaba enferma. "¡Vamos, no seas pesada, yo lo tengo resuelto!", dijo con esa mezcla suya de burla y tranquilidad. Yo siempre termino siendo la adulta entre nosotras.
Pero sí, han pasado meses, y he aprendido de todo. Me siento orgullosa de haber mejorado en armas, combate cuerpo a cuerpo, trabajo de campo y espionaje. Y no soy la única: Roxy, Eggsy, incluso Charlie y Amaya (aunque me odie) han mejorado. Los dos últimos hasta formaron una especie de alianza... y claro, se empeñan en fastidiarnos a nosotros.
Lo bueno es que Eggsy, Roxy y yo sabemos complementarnos. Él y yo somos explosivos, sí, pero ella vigila que no perdamos la cabeza al mismo tiempo. Entre los tres funcionamos bien: juntos, pero sin depender ciegamente.
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Estábamos en el campo de tiro. —¡Oye, podrías tratar de no matarme cuando dispares, imbécil! —grité cuando uno de los idiotas de Charlie casi me dio.
—An, podrías fallar al menos un tiro para hacerme sentir menos mala —dijo Roxy, recargando su arma.
—Sería imposible. Creo que ya disparo en automático, como si mi cerebro tuviera esa función programada —contesté mientras cambiaba de arma y encadenaba disparos perfectos.
—Eso suena a excusa sacada de una peli mala de los ochenta —rió Eggsy, con seguridad.
—Oh, Eggsy, eres tan tierno cuando te pones celoso de mí —solté con voz melosa, acercándome a buscar más cargadores.
—¿Celoso yo? Por favor, en comparación contigo yo soy un ogro. Tú eres la conejita tierna aquí —dijo él, pasándome una recarga.
—Bien, lo dijiste tú, no yo. Admitiste que eres tierno —lo provoqué, disparando de nuevo.
—Vale, lo admito. Pero también admito que tú eres tierna todo el tiempo. Yo solo lo soy cuando me enojo o me pongo celoso. Tú, en cambio, eres una bonita bomba con patas. —Se acercó desafiante.
