• . . • . ⋆₊⊹Eggsy no es el único candidato para convertirse en el nuevo Lancelot. Harry tiene a su hija, Anahid Hart: letal, brillante y con una lengua tan afilada como sus cuchillos. ¿El problema? El problema es que, aunque tiene todo lo nec...
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No habían sacado a nadie de mi grupo, y eso me aliviaba más de lo que estaba dispuesta a admitir. No quería terminar compitiendo sola contra todos, así que, por obvias razones, debía sentirme feliz.
Teníamos unos minutos de descanso antes de volver al campo: agua, respiración, estrategia.
Cuando Eggsy logró caminar sin que todo su cuerpo le doliera, fuimos a buscar a Amaya. Sí, lamentablemente nos había tocado con ella. Eggsy llamó su atención y ella se despidió de sus amigos. Pasó a mi lado lanzándome una mirada de odio y a Eggsy... un guiño. Él sonrió ladeado. Yo lo miré con reproche.
Clarence se nos unió poco después, saludando con cordialidad y colocándose a mi lado. Formamos un círculo y, finalmente, hablé:
—Okey, escúchenme. Lo primordial aquí es el trabajo en equipo, y seguro nos van a evaluar por eso. —Hice una pausa mirando a todos—. Vamos a decidir democráticamente. Creamos estrategias, las discutimos, votamos y listo: plan A, B y C.
Eggsy me escuchaba con atención. Sorprendentemente, no interrumpía y hasta aportaba ideas. Amaya, en cambio, no perdía oportunidad de criticarme, interrumpirme o insultarme cada diez segundos. Clarence también ayudaba con ideas, pero desde un lugar respetuoso.
Varias veces estuve a punto de saltarle encima a Amaya, pero Eggsy siempre me frenaba a tiempo.
Al final, logramos armar los tres planes. —Bien, ya está todo decidido. ¿Seguros de querer usar esto? —pregunté con los brazos cruzados. Todos asintieron.
—Perfecto. Vayan a hidratarse o refrescarse antes de que empiece la prueba —sugerí, sentándome en el césped.
Ellos se fueron, menos yo. Ya tenía agua y prefería controlar el tiempo.
Pasados unos minutos, Eggsy volvió con dos botellas y me tendió una. —Amabilidad de Unwin... el Apocalipsis zombie está cerca —bromeé. Él me ignoró y se sentó a mi lado. Bufé, desconcertada. —Gracias, Eggsy —dije ya con sinceridad. Él sonrió apenas y giró la cabeza hacia mí. El silencio que nos envolvió fue cómodo.
Poco después llegó Clarence con otras dos botellas. Se sentó a mi otro lado y me tendió una. —Ya tengo, Eggsy se me adelantó. Pero gracias igual —le sonreí con gratitud.
Miré la pantalla: quedaban pocos minutos y Amaya seguía sin aparecer. Si no competíamos todos juntos, podían descalificarnos.
De pronto, Eggsy pasó un brazo sobre mis hombros. Me sobresalté, pero no lo aparté. Debía aprovechar esos raros momentos en los que se ponía cariñoso.
La cuenta regresiva marcaba 240 segundos. Las letras se pusieron rojas: estábamos jodidos si Amaya no llegaba.
Me levanté de golpe y ambos me imitaron. Caminé apresurada, buscándola. Si esto era una broma o un plan para provocarme, le rompería el cuello como a un hueso de pollo.