Después de lo ocurrido en la cafetería, nadie volvió a molestarme directamente. Eggsy tampoco intentó irse a los golpes de nuevo, aunque la tensión seguía flotando, palpable cada vez que nos tocaba hacer equipo con Charlie o Amaya. Yo calmaba a Eggsy, él a mí. Era un ciclo interminable.
En ese momento estábamos en la prueba física de agilidad y fuerza. Mi equipo: Charlie, Roxy y Clarence. Eggsy había quedado en el siguiente grupo con Amaya. Le pedí que me dejara enfrentar primero a Charlie, Roxy y Clarence, y aunque le costó, aceptó.
Los cuchillos de entrenamiento volaban a gran velocidad. Cada vez que uno de mi equipo flaqueaba, yo tenía que cubrirle la espalda. Excepto Roxy, nadie devolvía el favor. Ella sí estaba pendiente de todos, incluso de Charlie.
El cansancio empezaba a quemar mis músculos, pero no podía detenerme. Solo me quedaba un obstáculo para llegar a la meta. Entonces lo sentí: un dolor punzante en el abdomen. Instintivamente llevé la mano al lugar. No había sangre. Eran balas de entrenamiento, lo que papá me había descrito: duele como una bala real, pero sin atravesar.
No me detuve. Salté el último obstáculo y caí de rodillas, amortiguando la caída con un brazo. Intenté levantarme, pero el dolor me tiró al suelo otra vez. Respiré hondo, reuní fuerzas y volví a ponerme en pie. Crucé la línea. Primera de todos los grupos.
Mientras Eggsy se preparaba con los suyos, yo me quité el suéter, lo até con fuerza en el abdomen y me senté a recuperar el aire. Unos minutos después, Roxy apareció jadeando. Le tendí agua, que aceptó con gratitud, aunque enseguida señaló mi costado.
—No pasa nada —dije restándole importancia—. Solo son balas de entrenamiento. Duelen como el infierno, pero no hacen heridas.
Otro disparo resonó. Era el turno de Eggsy. Lo vimos caer al suelo de la misma forma que yo. Trató de levantarse, pero se desplomó por el dolor. Roxy y yo corrimos a ayudarlo.
—Tranquilo, son de entrenamiento. Vas a estar bien —dijo ella, intentando calmarlo.
—Bien... si tú lo dices —murmuró él, aún con el rostro contraído.
Le hice señas para que se quitara la camiseta. No entendió.
—Quítatela. Necesito ver si la bala no traspasó la piel. Son falsas, sí, pero necesitas presión —ordené mientras me recogía el cabello.
Vaciló, pero lo hizo. Cuando se sentó, puse mi mano sobre la zona. Se quejó de inmediato.
—No seas llorón. Roxy, tu suéter.
—Pero yo... —intentó protestar.
—Tienes franela debajo. O rómpelo ya —corté, concentrada.
Ella obedeció, rompiendo una manga para darme un trozo de tela.
—Eggsy, si te mueves aunque sea un poco, te golpeo —advertí. Él se rió, pero volvió a gemir.
—Abre las piernas, no puedo maniobrar así —ordené de nuevo. Me obedeció.
—A la de tres. Uno, dos y... —ajusté la tela con fuerza. Él soltó un grito ahogado.
—El dolor es menos si es rápido —aclaré, apretando bien el nudo.
—¿Pueden poner atención? —interrumpió Roxy, señalando la pizarra digital.
Allí aparecieron los resultados:
1° lugar: yo.
2° lugar: Eggsy.
3° lugar: Jessica, una chica alta y morena.
4° lugar: Ruffus, uno de los amigos de Charlie.
Luego mostraron a los segundos en llegar: Roxy estaba entre ellos. Sonreí, aliviada. Eso significaba que seguía dentro.
Finalmente, la lista de descalificados: nueve afuera, ocho en pie.
La siguiente prueba estaba a punto de comenzar. Y si esta había dolido... la próxima sería peor.
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ᴳᵒᵒᵈ ˡᵘᶜᵏ ᴬⁿᵃʰⁱᵈ ᴋɪɴɢsᴍᴀɴ ғᴀɴғɪᴄᴛɪᴏɴ ──★ ˙🧷 ̟ !!
Fanfiction• . . • . ⋆₊⊹Eggsy no es el único candidato para convertirse en el nuevo Lancelot. Harry tiene a su hija, Anahid Hart: letal, brillante y con una lengua tan afilada como sus cuchillos. ¿El problema? El problema es que, aunque tiene todo lo nec...
