• . . • . ⋆₊⊹Eggsy no es el único candidato para convertirse en el nuevo Lancelot. Harry tiene a su hija, Anahid Hart: letal, brillante y con una lengua tan afilada como sus cuchillos. ¿El problema? El problema es que, aunque tiene todo lo nec...
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Después de que Amber terminara con nosotras, fue con Amaya, que no dejaba de quejarse diciendo que no le gustaba ningún vestido.
Y que todos eran feos. Amber se rindió a los quince minutos y fue a ayudarnos con el maquillaje. Cuando terminamos de maquillarnos, Amber nos dijo que nos quedaban diez minutos para irnos a la misión.
Salí del armario para ir a los dormitorios, necesitaba un poco de perfume. Sí, sí, si se preguntan por qué demonios llevo uno a donde voy a entrenar... me gusta oler bien, ¿okey?
Y además lo tenía en el bolso el día que llegué, así que si lo tenía aquí, en algún momento debía de usarlo.
Salí de los dormitorios para dirigirme hacia el vestidor, debía avisarles a las demás que nos fuéramos a la entrada de la mansión, ese era el punto de encuentro.
Entré y justo las chicas estaban terminando, bueno... Amaya, ya que ella era la única que no se veía satisfecha.
— Uhm chicas, debemos ir a la entrada, ese es el punto de partida. Allí nos reuniremos con los demás. — ¿Y tú cómo lo sabes? —preguntó con burla.
— Me avisaron —respondí con simpleza, no buscaba discutir. — ¿Acaso te molesta que ella sea importante? —se interpuso Roxy. Portaba una expresión neutra, pero su voz era como un cuchillo.
Pude ver el dolor en la cara de Amaya, que rápidamente fue reemplazado por molestia, hasta que se relajó. Duró unos segundos pensando, pero para todas fueron años. Para responder indiferente que no le importaba lo que dijéramos.
Se levantó intentando mostrarse tranquila, pero su ira se reflejó en el portazo que pegó al salir. Segundos después se escucharon gritos. No de terror, sino de puro enojo y resentimiento.
Una Meghan preocupada salió detrás de ella.
Roxy agachó la cabeza y sonrió inconscientemente por el efecto que había causado. Esas ocho palabras habían causado más efecto del que había anticipado.
Yo, sin embargo, no fui tan discreta, ya que solté una ruidosa carcajada. No me había reído tanto en mucho tiempo. Amber se unió a mí segundos después.
Roxy trataba de parecer seria, en serio que lo intentaba, pero el torcer los labios no la ayudaba, así que segundos después ella también nos acompañó.
Cuando el estómago empezó a dolerme de la risa, supe que era momento de parar.
— Ya debemos irnos —apenas pudo decir Roxy entre risas.
— Sí, debemos irnos, no queremos que nos descalifiquen por impuntualidad —dije con diversión, para tomar nuestros abrigos, un bolso y salir.
Cuando salimos a la entrada el frío viento nos golpeó de imprevisto, mi cabello que se encontraba planchado perfectamente se movió con un fuerte movimiento de la brisa.