꒰ʙᴀɴᴅᴀɢᴇs ғᴏʀ ᴀ ʙʀᴏᴋᴇɴ sᴏᴜʟ꒱

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ᴇғɪ̀ᴍᴇʀᴏs

"ᴀ ᴠᴇᴄᴇs ᴇɴᴛʀᴇ ᴍᴀ̀s ᴇᴛᴇʀɴᴏs ǫᴜᴇʀᴇᴍᴏs sᴇʀ ᴘᴀʀᴀ ᴀʟɢᴜɪᴇɴ ᴍᴀs ғᴜɢᴀᴄᴇs
ɴᴏs ᴠᴏʟᴠᴇᴍᴏs "

Era casi medianoche cuando regresé a la mansión. La mano me ardía como el infierno y el sueño me arrastraba, pero al llegar a la entrada, en las escaleras, me encontré con Eggsy, que me esperaba con cara de preocupación.

En cuanto me vio, se levantó de golpe y me lanzó un millón de preguntas.

—Anahíd, carajo, desapareciste por tres horas —reclamó, la voz cargada de reproche—. Me asusté cuando no te vi en el comedor ni en el campo de tiro. No vuelvas a hacer eso.

Yo lo miré en silencio, cansada.

—Bien... lo importante es que estás bien —murmuró aliviado, y luego agregó con firmeza—: Vamos adentro.

Me tomó del brazo para guiarme, pero al hacerlo vio mi mano cubierta de sangre. Sus ojos se abrieron como platos.

—¿Qué demonios te pasó? —preguntó, alarmado—. ¿Te lo hizo alguien?

Retrocedí un paso, esquivándolo.

—¿Por qué te importa? —espeté con irritación—. Lárgate, no es tu asunto.

—Me importa una mierda si estás enojada —replicó él, serio—. Déjame ayudarte.

—No quiero...

—No está a discusión. Vamos a la enfermería.

No tuve tiempo de negarme. En un movimiento rápido, Eggsy me cargó al hombro como si fuera un saco de papas.

—¡Unwin, maldito imbécil, bájame! —grité tan fuerte que seguro desperté a medio edificio.

—¡Cállate! —me cortó, apretando la mandíbula—. ¿Quieres que todo el mundo se entere?

Frustrada, mordí mi lengua y dejé de resistirme.

En la enfermería, me bajó con cuidado y me sentó en una camilla. Luego buscó alcohol, vendas y una aguja para coser mis heridas, mientras yo lo miraba con puro odio. Se sentó frente a mí, demasiado cerca, en un banquito bajo.

—Anahíd, quítate el maldito abrigo —ordenó, la voz más serena esta vez.

Yo aparté la vista, negándome. Pero él me tomó el rostro con una mano y me obligó a mirarlo.

—Déjame ver tu mano —dijo más despacio, con calma.

Por primera vez cedí. Me quité el abrigo y revelé mis nudillos destrozados. Eggsy tomó mi mano con cuidado, casi con reverencia, y comenzó a limpiarla. Yo no solté palabra, aunque las muecas me delataban cada vez que el dolor me atravesaba.

Cuando terminó, mantuvo mi mano entre las suyas y me miró fijo.

—¿Qué pasó? —preguntó serio—. Sin evasiones, sin insultos.

Guardé silencio unos segundos. Luego, sin saber por qué, solté la verdad.

—Mi madre murió cuando yo tenía ocho.

Él se quedó helado, pero no me interrumpió.

—Ella entrenaba para ser Kingsman. Papá ya era agente, y ella decidió unirse para estar a su lado. Era brillante, intrépida... en su primera misión desmanteló un cártel que llevaba más de diez años intocable.

Una sonrisa fugaz se me escapó al recordarla, pero pronto se quebró.

—Tuvo que infiltrarse por meses. Yo sabía lo que hacía, aunque fuera una niña. Cuando lo logró, sobrevivieron algunos... y uno de ellos nos encontró. Era un día normal: mamá vino por mí a la escuela. Ese hombre la reconoció de inmediato.

Mis ojos se nublaron.

—Nos rodearon con disparos. Ella me abrazó para cubrirme, y la mataron frente a mí. Una niña de ocho años viéndolo todo.

Respiré hondo, temblando.

—Me dispararon también. Él me dijo que no me mataba porque prefería que viviera un infierno, igual que su hijo, al que también había dejado sin madre. "Tu vida no será nada sin ella", me escupió. Y tenía razón.

Las lágrimas me corrían por la cara. Eggsy no apartó su mirada.

—No voy a disculparme —dijo con firmeza—, porque no fue mi culpa. Fue de ese bastardo. Pero dime, ¿Harry lo mató?

Reí, amarga.

—Ojalá. Se escapó.

Él sonrió.

—Entonces mejor. Porque cuando llegue el momento, serás tú quien lo mande al infierno. Y yo voy a ayudarte.

Lo miré, sorprendida. Una calidez inesperada se encendió en mi pecho.

—Vamos, son las tres de la mañana —dijo con una sonrisa cansada—. Si alguien nos ve, nos mata.

Solté una carcajada ligera.

Él me ayudó a levantarme y caminamos juntos hasta los cuartos, en silencio. Eggsy me ofreció cambiarme los vendajes cuando lo necesitara. Solo pude responderle con una sonrisa agradecida.

Entramos con cuidado, procurando no hacer ruido. Cada uno se fue a su cama. Yo me acurruqué con Vodka, cerré los ojos y caí rendida.

Lo que no supe fue que, antes de dormirse, Eggsy se hizo una promesa: cuidarme siempre, aunque yo no quisiera, aunque algún día fuéramos enemigos. Porque sabía que estaba rota... y él iba a ayudarme a encontrar las piezas perdidas.










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ᴳᵒᵒᵈ ˡᵘᶜᵏ ᴬⁿᵃʰⁱᵈ  ᴋɪɴɢsᴍᴀɴ ғᴀɴғɪᴄᴛɪᴏɴ ──★ ˙🧷 ̟ !! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora