Sandara los vio y escuchó desde una rendija de la puerta. Su curiosidad fue guiada por aquella charla que también escuchó en la mañana y que mantuvo presos a ambos en diferentes jaulas.
La rabia que la corroía era ya insoportable.
Chanyeol realmente creyó en Baekhyun y en esas absurdas promesas que bien sabía jamás se cumplirían. No era solo eso, sin embargo, sino la sensación de rechazo que la aquejaba. Ese era su egoísmo hablando por ella porque bien sabía que no amaba a Chanyeol y que nunca lo hizo.
Le gustaba ganar, de eso no había duda, así como de sus innumerables victorias, pero en esta ocasión, su corona se veía comprometida por un muchacho cuya lengua de palabras dulces estaba manchada también con la crueldad de la mentira. Si tan solo todos pudieran ver tras la miel...
Y desde ese momento en adelante tendría que escucharlos por toda la casa haciendo de ese lugar un templo al erotismo y al placer. Los escucharía susurrarse al oído palabras dulces, las mismas que condenaron a Romeo y Julieta. Presenciaría los cambios y el abrir de ese negro corazón que tenía el Diablo. ¿Y para qué? Para al final mirar con gozo como ese miserable castillo de cristal se volvía pedazos. El placer de verlo en persona era lo que la mantenía allí a costa de la humillación y la vergüenza.
Todos sabían que Baekhyun escondía algo sumamente peligroso, y Sandara intuía lo que era. Hace un par de meses escuchó algo sobre ello y ya sabía cómo terminaría. Pero eran suposiciones y si quería un caos total necesitaba pruebas que le abrieran los ojos a Chanyeol. Por supuesto, no lo hacía por caridad, sino para volver a ser el centro de atención.
Invocó a un demonio, uno de sus súbditos, y en menos de tres segundos, la figura del hombrecito apareció en la recámara. Sus túnicas oscuras y algo raídas denotaban su procedencia, el último eslabón del infierno.
—Mi señora —saludó con la cabeza gacha.
—¿Qué sabes sobre un híbrido llamado Byun Baekhyun?
El hombre la miró ceñudo, mientras su cabeza escarbaba entre las imágenes de su memoria para poder contestar.
—No sé quién es.
—¿Nunca lo oíste nombrar?
—Jamás.
—¿Y sobre algo relacionado con el Diablo?
Él amplió los ojos.
—Sé que frecuentas la tierra, y que te has topado con arcángeles en el camino, y sé también que hiciste amistad con algunos de ellos. Dime. ¿Ellos te hablaron sobre un plan para derrocar a Chanyeol o...?
—Los arcángeles que conozco no me consideran de su agrado, y los ángeles con quienes tengo relación no son muy importantes como para saber algo semejante.
Sandara bufó.
—Sin embargo, hace como un año y medio, en una taberna del sur de la ciudad, escuché una conversación entre el hijo mayor de Dios y algunos de sus hermanos. Mencionó que tenía planes para nuestro Señor, y habló también de un ajuste de cuentas.
Sandara sabía de lo que hablaba. Chanyeol le contó un día, donde su ebriedad pudo sobre toda su razón, que una vez se involucró erróneamente con un ángel, un muchacho hijo de su hermano Suho. La seducción de ese joven fue admirable, casi tanto como la mera actuación que presentó al minuto de ser descubiertos. Chanyeol fue flagelado por ello, pero para Suho ese castigo nunca fue suficiente. Quería sangre y dolor, mucho, del que no se puede curar ni con medicina ni con el tiempo. La venganza que latía en su corazón era peligrosa y prohibida en un arcángel, pero hace tiempo que a Dios dejaron de importarle esos sentimientos entre sus hijos.
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El Sirviente del Diablo (Chanbaek)
Любовные романыEn la tierra vivía el diablo y se llamaba Park Chanyeol. Solitario, aunque casado, esperaba la bendición de un heredero, pero en lugar de eso, obtuvo la bendición de un amante peculiar, un híbrido de zorro llamado Baekhyun, que le dará todo lo que s...