Capítulo 11

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Lejos de ser un acto de caridad, Chanyeol le permitió dormir largo y tendido el día siguiente, a pesar de ser lunes.

El Diablo estaba siendo amable con el zorro que le dio un excelente regalo de navidad. Aún podía saborear el orgasmo, caliente y arrollador; podía repetir las imágenes en su corrida bañando el rostro lascivo de Baekhyun, sus gemidos y súplicas. Durmió pacíficamente con esas imágenes en sus sueños y a la mañana siguiente tuvo una dolorosa erección que necesitaba ser atendida por la boca del zorro descarado.

Instintivamente fue a buscarlo a su recámara, quizás porque el calor le había nublado el juicio, mas al encontrarlo dormido en medio de las sábanas con esa expresión de complacencia pura, se detuvo de inmediato. Tomó asiento en la cama junto al zorro cuyo cabello alborotado y su ropa desaliñada probaban sus pecados nocturnos. Con la diestra le acarició el cabello y por capricho jugó con las puntiagudas orejas, y luego con esa cola coqueta que él moría por estrujar mientras se lo follaba.

Recién caí en cuenta, o era que probablemente recién lo admitía, que Baekhyun encendía la chispa de su libido como nunca nadie pudo. El zorro era puro, casto y torpe en el exterior, pero muy lujurioso, descarado y torpe en el interior. Esa mezcla explosiva empezaba a controlar sus cabezas, la de arriba y la de abajo.

No se disculpaba por ser así de perverso, después de todo, era el Diablo y se le permitían mil pecados sin culpa alguna.

Decidió que él mismo podría encargarse de su problema y dejar descansar al zorro.

Cuando se lo dijo a Jonghyun casi se queda sordo por la risa que soltó.

—¿Estás enfermo?

Chanyeol rodó los ojos y bufó.

—Así que sí hubo acción anoche. Vaya...

—Tú mismo me lo recomendaste, y te tomé la palabra. ¿Por qué te sorprende tanto?

—No me sorprende, solo creí que Baekhyun serías mas...

—¿Decente?, ¿difícil? Oh, no, mi amigo, ese zorro está lejos de la decencia angelical en la que tú tanto crees. Pero eso está bien para mí —confesó con una sonrisa chueca—. Mientras más lascivo, más sucio me lo puedo coger.

Jonghyun negó con la cabeza mientras contenía una nueva risa bulliciosa. Tomó de su taza de café caliente antes de hablar.

—Por cierto, hay un problema.

—¿Con qué?

—El Infierno. Te fuiste hace varios años y solo has realizado visitas esporádicas. Los demonios son difíciles de manejar, lo sabes, y han empezado a creer que tu ausencia es porque hay una vacante.

Chanyeol frunció los labios. Realmente le gustaría decir que sí, que había esa vacante, pero seguramente tendría un conflicto con Dios por eludir sus responsabilidades, ya de por sí era un milagro que su padre no se haya presentado cuando abandonó el Infierno.

Sus súbditos eran por naturaleza belicosos. Les gustaba la guerra y el caos, el pecado y la desgracia, pero además la ambición desmedida y el poder. Mantenerlos controlados era todo un reto, especialmente porque darles órdenes no funcionaba. Ellos necesitaban acciones. Una matanza en el infierno era una forma muy efectiva de llamar su atención y hacerlos temer de la ira del Diablo.

Si bien Jonghyun solía ocuparse de asuntos como esos, ahora debían ser mucho más graves como para mencionárselo.

Lo más lamentable era que si se iba, tendría que pasar unos cuantos días ahí abajo hasta sanear la situación y una hora en el Infierno era un día en la Tierra, una completa maldición. No vería a Baekhyun en mucho tiempo y sus juegos se vería molestamente interrumpidos. La pregunta era, al regresar, ¿Baekhyun aún lo desearía o volvería a comportarse como un ratón miedoso?

El Sirviente del Diablo (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora