Capítulo 17

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Sandara estaba furiosa, chirriaba los dientes al ver a Baekhyun moverse por la sala llevando cosas aquí y allá, trastabillando aquí y allá. Apretaba las manos con fuerza de modo que sus esmaltadas uñas negras se clavaban en sus palmas. Quería matarlo. Hacer de ese insípido zorro un abrigo de piel que luciría con orgullo como un trofeo.

Ugh, lo aborrecía.

Pasó toda la noche escuchándolo gritar y gemir sin vergüenza alguna, llamando a Chanyeol y, aunque al inicio creyó que se trataba de ese zorro cínico tratando de llamar la atención, al acercarse a esa maldita recámara escuchó la voz de su marido. Los golpes y embistes, sus voces mezclándose cada vez que alcanzaban la liberación en medio de un burbujeante clímax. Todo lo que decían, lo que hacían. Todo ello le enfermaba de celos y dolor, un dolor que penetraba su pecho reiteradas veces.

Estuvo tentada a entrar ahí para ver sus rostros desfigurarse por la impresión, pero entonces pensó en lo que sucedería después. Baekhyun seguramente habría sonreído, se hubiese relamido los labios con arrogancia, mientras Chanyeol con aquella mirada indiferente clavada sobre ella seguía empujándose por lo profundo del canal del hibrido hasta llenarlo de blanco. No les hubiese importado tener público en absoluto, y hasta emocionante lo habrían encontrado.

Esa mañana cuando desayunó junto a ellos notó la sonrisa de suficiencia que tenía Baekhyun. Demasiado placentero, como si saboreara el orgasmo otra vez o la amargura de Sandara, o quizá los dos juntos.

Chanyeol no le dirigió la palabra y apenas se comunicó con Baekhyun por medio de torpes miradas poco sigilosas.

No podía molestarle otra cosa sino la humillación. Chanyeol era su esposo y le debía respeto, aún si ella no... Era una hipócrita y no se disculpaba por ello. Le gustaba Chanyeol de una forma complicada, lo quería para ella, pero no deseaba atarse al hombre. Era una un demonio de la lujuria y permanecer junto a una sola persona era casi un pecado para alguien como ella, pero no pudo evitar casarse con el Diablo. El poder que eso le dio, y el reconocimiento..., no lo hubiese podido conseguir de otra forma. Con el tiempo descubrió porqué Chanyeol quiso casarse. Un hijo, un heredero.

Ella no podría dárselo nunca.

Pero tampoco ese zorro estúpido.

También le fastidió saber que en esa casa y en todas partes ya todos sabrían del pequeño amante del Diablo. Una novedad y la noticia del siglo, especialmente porque se trataba de un híbrido con quien estaba compartiendo más de una noche. Y si los demonios de la casa los escucharon la noche pasada, estarían burlándose de ella por cada rincón de la casa.

Puesta en pie caminó con tranquilidad fingida hasta el pórtico donde estaba Baekhyun sujetando un jarrón con flores blancas.

—Así que te gusta jugar con los juguetes ajenos.

—El amo no es un juguete y hasta donde sé no tiene dueño —contestó con sencillez, sin mirarla.

—Es mi marido.

—El título no implica la propiedad, mucho menos cuando no actúan como un matrimonio. Usted ha pasado lejos por demasiado tiempo y apenas tolera al amo. Mi señor tampoco..., la extraña mucho.

—No, por supuesto no puede extrañarme cuando tiene a una perra caprichosa arrodillada a sus pies.

—Soy un zorro, no una perra —le corrigió él con una sonrisa amplia—. Usted no lo quiere y no debería estar tan enojada, después de todo, él solo hace lo que usted. A eso se le llama justicia.

—No, se llama venganza. Dime, ¿no te molesta que te use para herirme?

Sandara escuchó la burlona risa del híbrido y ello la irritó aún más.

El Sirviente del Diablo (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora