Una gruesa capa de nieve cubría todo alrededor. Desde el interior de la oscura casa, atravesando los ventanales empañados por el vaho, se apreciaba el jardín frontal que durante la primavera albergó a las más hermosas flores, pero que ahora estaba totalmente pintado de blanco. Los árboles con escazas hojas sostenían tumultos de nieve acumulada durante esas semanas a mediados de invierno; y en el pasto opaco se lucían las pequeñas huellas de animales que salían a jugar entre los copos de nieve.
Un hombre de aspecto sombrío lo miraba todo desde el balcón de la casa. Sus ojos oscuros tenían un deje de melancolía inusual, tal como su rostro que, aunque siempre estuviese serio y atemorizante, ahora lucía casi preocupado. De porte alto, casi dos metros, cuerpo robusto y duro, cabello negro azabache que se ondeaba con el viento invernal. El hombre era un misterio desde hacía un par de años en la ciudad de Seúl donde apareció como un acaudalado hombre, atractivo y seductor, pero arrogante y apático en la misma medida. Las mujeres y hombres de la ciudad temblaban junto a él y a más de uno logró tener en la cama por unas pocas noches. El demonio de la lujuria helada, así le llamaban algunos, y no podría ser más hilarante porque, en realidad, estaban en lo correcto. Era el diablo.
Park Chanyeol era hijo de Dios y hermanos de, en su propia opinión, los arrogantes arcángeles. Caído por rebeldía y castigado en el infierno, su vida por siglos fue la miseria más tortuosa. Ni el matrimonio significó algo para él. Su esposa, Sandara, a pesar de ser una mujer preciosa, era una arpía sin corazón e incapaz de cumplir su único gran deseo. Un heredero. Por supuesto, no subió a la tierra para buscarlo, sino para menguar la desesperación que le atrapaba dentro de esa caldera ardiente donde se veía obligado a vivir. La tierra y los humanos eran sumamente entretenidos, pero a veces aburrían por lo predecibles que eran. Los negocios, por otro lado, eran su parte favorita. La codicia humana los llevaba al borde de la desesperación, tanto que le venderían su alma al diablo si no lo tuvieran en frente, arrebatándoles cada centavo.
Pero sentía que le faltaba algo. Su corazón no se sacudía con emoción, casi ni latía, como si estuviera muerto.
—Maldito sea mi padre —masculló apretando los dientes—, y mis hermanos.
De todos sus hermanos a quien más odiaba era al perfecto espécimen de arcángel sin cerebro, Suho. Le era leal a Dios a morir, pero en el interior era una bazofia como las que vivían en el Infierno. Chanyeol se vengó de él hace varios años, quizás incluso décadas, no lo sabía pues el tiempo en la tierra pasaba lento y en el infierno era como una carrera. No se arrepentía de nada, después de todo, logró ver la ira de Suho y su mera desesperación sobre algo que él no tramó, pero que sí usó a su favor.
Cuando pensaba regresar dentro, sus ojos captaron un inusual movimiento sobre la nieve. Eran los pequeños y apresurados pasos de un animal que se deslizaba hacia su casa, pero lo sentía atemorizado.
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El Sirviente del Diablo (Chanbaek)
RomansaEn la tierra vivía el diablo y se llamaba Park Chanyeol. Solitario, aunque casado, esperaba la bendición de un heredero, pero en lugar de eso, obtuvo la bendición de un amante peculiar, un híbrido de zorro llamado Baekhyun, que le dará todo lo que s...