Capítulo 37

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Baekhyun jadeaba y gritaba en esa oscura habitación escasamente iluminada por lámparas de luz blanca en medio de un par de médicos y enfermeras. Su cuerpo estaba cubierto de perlado sudor que lo acompañaba en cada empuje y grito.

Aunque por fuera su postura era la de un guerrero, por dentro su corazón temblaba de miedo. El cansancio que sacudí a su cuerpo era casi inaguantable, solo siendo apaciguado con la imagen de ese niño a quien daría a luz. Pero ahí dentro estaba solo, Jonghyun no pudo entrar pues no era ni familiar ni pareja del zorro. El demonio y su amante aguardaban a fuera con la angustia clavada en el pecho.

Y las horas pasaban de forma tortuosa. El tic tac del reloj estaba enloqueciendo a Jonghyun quien, como un mero desquiciado, se movía de un lado a otro por el pasillo. Kibum trataba de calmarlo, mas poco o nada logró luego de la primera hora y media.

—Él estará bien, Jong.

—¿Y si no? Ellos son mi responsabilidad, Bum, y si algo sale mal será mi culpa.

—Shh, por favor, cálmate. No hay nada que puedas hacer ahora.

Sin embargo, una curiosa aflicción le apretaba el pecho y generaba una ansiedad en su corazón como nunca antes. Y entonces lo sintió por completo, como desde hace tantos meses no.

En medio del dolor y del temor de Baekhyun, aferrado a las varillas de la camilla, sintió un toque cálido sobre su piel helada. Suave y sutil, como un roce apenas o como la caricia del viento.

Y él pensó en Chanyeol, susurrando su nombre entre vagos jadeos.

En esa pérfida oscuridad que era la morada del Diablo, Baekhyun añoró ver a Chanyeol, justo en ese momento cuando sus fuerzas se desvanecían y todo su mundo se rompía ante un simple llanto. Fue entonces cuando su corazón le permitió descansar pensando en aquel niño que rompió una maldición.





****





Cuando abrió los ojos era ya el día siguiente. El sol mañanero le cegó los ojos y le tomó varios minutos acostumbrarse a la ausencia de oscuridad. La habitación donde estaba era pequeña, pero agradable, con muebles a los costados de su camilla para las visitas. Había sobre su mesa un enorme ramo de flores rojas y blancas, con hojas verdes entre ellas que difuminaban sus tonos. Se irguió como pudo y las apreció con nostalgia. Tomó la tarjeta que sobresalía entre un par de rosas y la leyó.

Lo has hecho muy bien.

La caligrafía de Jonghyun.

Apretó la nota entre su mano antes de dejarla.

Una enfermera entró a la habitación con una charola y era seguida por Jonghyun y Kibum. El demonio llevaba entre sus manos un ramo de girasoles que dejó cuidadosamente sobre el otro velador.

—Luces tan cansado, pequeño —fue su saludo.

El hombre se sentó en el borde de la camilla y le tomó de la mano. Kibum lo imitó del otro lado de la cama.

—¿M-mi bebé?

—Está en neonatología por un control. Todo está bien con la niña, pero es mejor hacerle un chequeo antes de traérsela —informó la enfermera antes de salir.

—Debes tener mucha hambre —señaló Kibum tomando la cuchara llena de sopa caliente, la sopló y se la acercó a Baekhyun—. Come, cariño.

Bocados pequeños entre preguntas de esto y aquello, y Baekhyun pudo terminar su desayuno.

—El médico dijo que podrás salir por la tarde.

—¿Mi bebé vendrá conmigo?

—Claro que sí. Kibum y yo nos quedaremos a cuidarte, aunque me sentiría mejor sabiendo que estas en nuestra casa. Ahí estarías más cómodo.

El Sirviente del Diablo (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora