Capítulo 12

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Jonghyun & Kibum

I



Lo conocí hace muchos años, décadas que siempre atesoraré en mi memoria

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Lo conocí hace muchos años, décadas que siempre atesoraré en mi memoria. Fue en la primavera de 1991. Durante aquella época el país aún conservaba los rasgos marcados de una guerra. Yo vivía en Taegu, al sur del estado, y fue ahí, en las costas de la península donde encontré a la criatura más perfecta de la creación.

Lo vi andando con miedo por las calles, cubriendo su cabeza y escondiendo su cuerpo entre las holgadas telas de un encantador traje color rojo que combinaba con su cabello negro. Su ropa me dijo que se trataba de alguien acaudalado, pero la forma en la que aparentemente se escondía del mundo, me hacía pensar lo contrario. Quizás un impostor, pensé la primera vez. Reprochárselo sería muy descarado de mi parte. Yo ni siquiera era humano.

Quise acercarme a él, quizás se trataba de alguna atracción instantánea, no lo sé, aún no lo he descubierto.

Él caminaba contoneando las caderas y por segundos creí que lo hacía para mí, porque sabía que lo estaba viendo. Giró su rostro terso y con la mirada me alcanzó. Tenía los ojos de un felino. Me hizo un guiño y siguió caminando hasta afuera de aquel mercadillo. Lo seguí y sin saberlo me llevó a una trampa.

Al ingresar al callejón lo perdí de vista y antes de poder siquiera darme cuenta tenía una daga amenazando mi cuello. Su dulce voz me habló al oído.

—¿Por qué me estás siguiendo?

Juro que sentí escalofríos al oírlo. Era arrollador.

—Creí que me invitaste a seguirte —le respondí sin siquiera preocuparme de cuan armado podía estar él.

—¿Qué quieres? —refunfuñó con los dientes apretados.

Entonces, y estando tan cerca, sentí su aroma. Flores de cerezo. Nunca lo olvidaría.

Sonriendo con malicia, moví mi mano hasta tomar aquel sombrero negro que cubría su cabeza y lo quité.

Me quedé sin aliento.

Tenía las orejas más bonitas que en un híbrido había visto.

Era un gato himalayo cuyas orejas café oscuro se erguían agudas hacia mí. Supuse entonces que debajo del largo abrigo se encontraba una sensual cola peluda. Quería verla, necesitaba verla.

Él se alejó de mí, pero mantuvo en mi dirección la daga.

—No puedes decírselo a nadie.

—¿Disculpa?

—Juro que te encontraré y te mataré si por tu culpa...

El Sirviente del Diablo (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora