Desde que mis páginas de abrieron de par en par dejando que Arley las recorriera de principio a fin, he sentido una especie de paz interior que a duras penas logro explicar.
Ella ahora es mi novia.
Mi novia.
Es inevitable no sentirme extraño respecto a esto, es decir, no es que jamás hubiese estado en una relación, solo que esta vez todo es distinto. Con Denya, viví una faceta exploratoria descubriendo lo que era capaz de hacer, descubriendo las fronteras del dolor, de la decepción. Con Arley, todo es distinto. No me siento débil ante ella, siento que no me equivoco si continuo por el camino en el cual llevo recorriendo hace cinco meses.
Ya a inicios de Diciembre el aire se respira frío y el clima gélido penetra hasta en la última hendidura de mi habitación. Mi cama luce tentadora con su aspecto desaliñado. Desprende un aroma hogareño tan característico que hace que me sienta como un niño cada vez que me cuelo dentro. Imploro por no caer en la tentación y quedarme acurrucado entre mil capas de tela porque esta noche se forja de locura. A pesar de tener un aura inocente, la realidad es otra.
Antes de colocar mi saco azul de abrigo, me cercioro de llenar mi cuerpo con desodorante y perfume. Acomodo mi garganta y dejo que el aire entre con fluidez luego de casi ahogarme con los atomizadores. Cuando finalmente me siento fresco entre mis aromas, acomodo mi cabello, el cual ha crecido durante estos meses y me alisto en el viaje por recogerla.
El trayecto es un suspiro y cuando finalmente llego a su casa, doy un vistazo a mi aspecto en el espejo retrovisor.
La emoción en forma de golpes de adrenalina navega desde mi centro hasta la punta de mis dedos. El aire frío arece mis piernas y llegar a la puerta todo se vuelve un martirio. Es momento justo para extrañar los pliegues de mi cama.
Al primer sonido de mi puño contra la puerta esta se abre sin demora.
Mi ilusión cae en trozos cuando no la veo frente a mis ojos sino que es el progenitor de mi novia que parece estar ahogándose con una polera blanca. Su mirada es cálida cuando me ve y sonríe solo un poco cuando me deja entrar. No aguanto las ansías por verla y solo espero que no tarde, ya que cada vez que estoy con su padre la situación es la misma. Preguntas sin sentido, silencios incómodos y miradas extrañas.
— ¿Cómo estás, Jaffner? —Pregunta de forma animada y quito mis manos de los bolsillos dejando que el calor del ambiente me inunde.
—Muy bien —Mantengo el ritmo cortés y lo sigo para adentrarnos a la zona céntrica de la sala.
La estufa impregna la atmósfera con olor a roble y en mi mente se disparan más de mil recuerdos. Noches de pesca con mi padre, madrugadas en el campo con mis amigos. El roble es una de mis fragancias preferidas, como también el chocolate caliente y el aroma a bloqueador solar.
—Toma asiento, Arley no tarda en bajar —guío mis movimientos a lo que indica y pongo mi trasero en el sofá—. Supongo que ahí fuera la temperatura debe ser mortal —sonrío mentalmente ante la idea de que quiere cortar el hilo del silencio y formar un vínculo ameno. Está distinto esta vez y lo agradezco.
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Change This Heart
RomanceAbatida por las decisiones de su madre y las consecuencias que dejó el divorcio de sus padres, Arley Bunne vuelve a su ciudad natal sin expectativas de nada. Había abandonado esa ciudad hace dos años y no esperaba volver tan pronto. Su objetivo era...