Arley
—Estoy segura de que por ese camino no es mi casa —inspecciono nuevamente las edificaciones en el exterior y nada se parece a lo que puedo describir como familiar—. ¿Planeas raptarme acaso? —Bromeo y de una forma verdaderamente encantadora contiene una risa entre sus labios.
Me vuelve loca.
—No te hagas ilusiones, sé paciente —hace una pausa y se sume en pensamientos.
Sin saber aún hacia donde nos dirigimos, disfruto del momento en el auto. Su mano encaja en la mía, como si un artesano las hubiese creado juntas para encajar como dos piezas de un puzle, por lo menos así se siente para mí.
El auto se detiene y los rayos del sol impactan en mi rostro. Cuando logro despejar los rayos, me permito admirar el cielo celeste en su máximo esplendor que se abre ante nuestros ojos. A un lado del auto se abre un gran árbol y desde aquí se puede ver casi toda la ciudad.
—Es hermoso —gesticulo y asiente sin decir nada.
Me toma del brazo y me recuesta a su pecho. La conexión que logra su toque hace que mi alma se entibie.
—Encontré este lugar hace un tiempo, aquí vengo cuando necesito pensar, cuando me siento ahogado, cuando necesito meditar —lo miro con deslumbramiento pero sus ojos no me ven, están conectados con el cielo frente a él. Si supiera lo alucinante que es ver el mundo en sus ojos—. Nunca había venido en estado de paz, y nunca había traído a nadie a este lugar.
— ¿Te sientes en paz? —Pregunto y esta vez mueve sus pupilas para observarme.
—No pidas que te lo explique, porque ni yo mismo puedo, pero sí, estoy en paz.
...
No quiero despegarme de sus labios. No es suficiente aún. No quiero dejarlo ir.
Me suelta cuando creí que iba a ser la primera en ceder. Lo beso de nuevo para obtener más de él y sonríe con mi sentimiento de insuficiencia.
—Creo que momento de que me vaya —dice y observa su reloj.
—Aún no —digo y vuelvo a besarlo.
—Pero son las nueve de la mañana —dice en la mitad del beso.
—Que sean las diez —vuelvo a besarlo y se ríe—. Arruinaste el momento —agrego mientras me enderezo en mi asiento.
Abro la puerta y la decepción me sigue, desearía que se tornara la noche de nuevo, no quiero separarme de él.
Cuando finalmente mi cuerpo se encuentra fuera del vehículo, me inclino para despedirme, comienzo a caminar hacia la entrada de la casa y el motor de su auto resuena detrás de mis oídos.
— ¡Arley! —Volteo la mitad de mi cuerpo en un intento por conectar con sus ojos—. ¡Te quiero!
Eso es lo último que dice y su auto deja la acera. Mi cuerpo se queda helado, en la mitad del camino.
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Change This Heart
RomanceAbatida por las decisiones de su madre y las consecuencias que dejó el divorcio de sus padres, Arley Bunne vuelve a su ciudad natal sin expectativas de nada. Había abandonado esa ciudad hace dos años y no esperaba volver tan pronto. Su objetivo era...