Capítulo 22

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Arley

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Arley

Casi culmino con mis uñas cuando el vehículo se detiene y me dedico a observar el espacio exterior.

Luces blancas estratégicamente colocadas se ubican a los bordes de grandes ventanales de vidrio. No es la mansión que esperaba. De hecho, la fachada es más estrecha de lo que imaginaba.

Los nervios esta vez comienzan a batirse en mi estómago. Podría descomponerme en cualquier momento. Espero no hacerlo.

—Sabes bien que no muerden —en la mitad de una sonrisa, Jaffner hace su peor intento por calmar mi estado.

—Estoy nerviosa —me sincero y sonríe mientras sus dedos se funden en un agarre que me dirige a un estado de pura parsimonia.

—Lo noto, pero debes estar tranquila, esto no es algo malo —sus palabras me resultan inútiles, pero aprecio que trate que mi completo ser se calme.

Abre la puerta del vehículo y trago antes de salir.

Cuando lo sigo en sus acciones, el aire gélido impacta contra mis piernas. Esto no es lo usual. Debería estar tomando chocolate caliente o café frente a la chimenea y no frente a una casa colmada de nuevos extraños que no estoy segura de que si quiero conocer.

— ¿Quieres saber algo?

La luz de un pequeño farol a la entrada de su casa refleja en su rostro. Siento que podría retractar sus ojos, grabar esta imagen para decorarla y conservarla como el mejor de los tesoros.

—Estoy tan nervioso como tú.

Sin darme tiempo a decir algo o a golpearlo por ponerme a masticar mi nerviosismo, abre la puerta de su casa.

Música suave y aroma a menta me envuelven al entrar. El ambiente es cálido y el lugar se ambienta con una luz tenue. Jaffner toma mi mano y avanzo en la medida en que lo hace. A nuestra izquierda se abre una pequeña cocina y observo curiosa mientras un aroma a barbacoa inexplicable se adentra en mis fosas nasales.

Un leve taconeo se escucha proveniente de las escaleras frente a nosotros y Jaffner sonríe complaciente mientras nos detenemos a la espera de quien se acerca.

—No pudieron llegar en mejor momento, espero que estén hambrientos —una mujer con aspecto despampanante luciendo un vestido en tonalidades de plata, largo y brillante amplía una sonrisa de oreja a oreja.

—Creí que habíamos llegado tarde —Jaffner habla y los ojos verdes de la mujer se clavan en mí.

—Siempre supe que mi hijo tenía buen gusto para las mujeres, pero nunca creí que tanto —no estoy segura si eso debe incomodarme o halagarme así que me limito a sonreírle—. Permíteme presentarme, mi nombre es Theodora —siento en mis mejillas un leve picor de calidez y vuelvo a sonreír.

—Mucho gusto, mi nombre es Arley. Tiene una casa preciosa.

Soy la peor persona en esto, no sirvo para las presentaciones ¿Tiene una casa preciosa? ¿En serio?

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